Gacetilla Taurina
Nº 095 - Gacetillas de Psicología - (La implantación de ideas)
Para terminar el contexto iniciado en la anterior gacetilla, diremos que en todas las sociedades grupos de hombres han descubierto otros mecanismos desde hace milenios que obtienen los mismos resultados, implantado ideas… “Es el método del viejo carro de bueyes. Requiere, eso sí, mucho tiempo, una generación o veinticinco años –para lograr que un grupo de cabestros de arrodillen hacen falta diez años-, y no es infalible porque algunos revolucionarios se escapan, aún siguen naciendo rebeldes. Y siempre será bueno que haya gente que se libere de la estructura esclavizante de la sociedad porque son la gente que hace progresar el conocimiento, que ha producido todo el avance científico, que ha cambiado todas las supersticiones… los que la vulgaridad, que son mayoría, llaman “locos.”
Y es que quines gobiernan a las sociedades saben que estas prefieren ser manejadas como una copia de calco, nunca un original, sencillamente porque son masas con escasas individualidades. Así que la estrategia para crear un tipo de mentalidad en cada uno de los miembros masificados es repetir ciertas cosas continuamente. E incluso, como ocurre en nuestros días, si son mentiras lo que se repiten continuamente, empieza a convertirse en verdad, ya en ese contexto humano sus miembros se olvidan de que en un principio todo las estrategias eran mentiras. Adolf Hitler comenzó a mentir al pueblo alemán, diciendo que todas las miserias del país estaban causadas por los judíos –entiéndase en nuestros días que son los del PP-; ahora bien, es tan absurdo como decir que la paz hay que negociarla con terroristas armados, y que si así no se hace se destruirán todas las esperanza de lograr la paz.
Sin embargo, diría mejor, de hecho, los judíos eran la columna vertebral de Alemania, tal y como lo eran en España siglos antes de ser expulsados, cuando fueron ellos los que creadores de toda la riqueza alemana. Y eso que no tenían nación, pues no la necesitaban, ya donde estuvieran era su nación. No tenían otra alternativa en su mente; no podían ser traidores, ya que habían estado haciendo las mismas cosas que cualquier otro alemán por el bien de su país. Hitler aclaró en su autobiografía la base sicológica de su estrategia, en la que puede leerse: “No importa lo que digas, porque la verdad no existe. La verdad es una mentira que ha sido repetida tantas veces que te has olvidado de que es una mentira.” La única diferencia entre ambas es que la mentira es fresca y la verdad es vieja. Por lo demás no existe otra diferencia.
Como colofón de esta entrega diremos que a los niños y a los terneros –en realidad a todos los seres superiores- pueden ser educados con una mentalidad determinada, porque ambos terminan aceptando, y a no mucho tiempo, que obedeciendo las ideas que se le implantan crean su propio destino, su propia voz. No es así. Es la voz de la sociedad o de los vaqueros, del técnico que pone en práctica esa manipulación repetida, sirviendo a los intereses creados por esa sociedad o por el ganadero. Se puede perfectamente educar a los terneros bravos, desde el momento de ser destetados, a que ellos sean los protagonistas de sus destinos en el medio natural. La primera camada ha de servirnos de maestra para enseñar a las siguientes. (Véase la publicación de este mismo autor: “Adiestramiento del ganado bravo.”)





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