Gacetilla Taurina

Gacetilla nº 120 - La memorización en las reses bravas (II).

Los perros guías son capaces de generalizar los conceptos que se les enseñan a situaciones no previstas. Si un dueño le dice ¡puerta!, el perro le conducirá hasta ella. «Estos perros aprende a asociar una palabra con una acción, y todavía está por descubrir cuántas palabras son capaces de identificar», afirmó Pedro Pablo Martín, director de la Fundación Perro-Guía de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles). Los animales silvestres, especialmente las hembras de más edad, que son las que ejercen la funciones de guías, entre los que incluimos las vacas de lidia, ante situaciones no previstas, están dotadas de esos conceptos para saber de inmediato cómo reaccionar y cuentan con mecanismos automáticos para avisar a todo el grupo que protegen.

En las ciervas guías es asombroso comprobar la capacidad que tienen para reaccionar ante situaciones no previstas, sin que nadie se las haya enseñado. Ante tal cúmulo de experiencias y vivencias surgen paralelas, entre otras muchas preguntas: ¿Existen diferencias entre el cerebro de un toro de lidia y de una vaca?. Ya se han publicado las marcadas diferencias entre la fisiología cerebral entre hombres y mujeres, y el hecho por las que mujeres y hombres utilizan diferentes zonas para expresar sus emociones: ellos tienen más actividad en un área más antigua del cerebro y ellas en la zona nueva, lo que equivale a decir que la mujer emplea la parte más evolucionada del cerebro y el hombre la más salvaje o primitiva.

El mismo esquema puede aplicarse a los toros y las vacas. La hembra brava disfruta de una mayor claridad para expresar sus emociones, porque cuenta con mecanismos cerebrales más rápidos para percatarse, con mayor rapidez que el macho, de los peligros y de resolver con prontitud situaciones imprevistas. Es como decir que el macho es más bobo, más bruto, más torpe, pero extraordinariamente más noble que las vacas. Para vencer y librarse de esa ancestral debilidad se montó el machismo soez, pero necesario en ciertas sociedades, para defenderse de esa impotencia ante la vida. Sin embargo, el más macho de los hombres es un muñeco en los brazos de una determinada mujer. La Fiesta Brava está montada sobre ese hecho científico: el toro es más noble y se deja engañar con más facilidad.
Ese hecho es conocido puntualmente por los políticos sagaces, por muy tontos que aparentemente nos parezcan, y se aprovechan de ello con el mayor y más natural descaro. Engañar a los hombres es infinitamente más fácil que a las mujeres y más si se organizan estratagemas socio-políticas y económicas para que se vendan -como aquellos hermanos bíblicos-, por un plato de lentejas. Esos políticos anipuladores de la poco complicada inteligencia del varón, hacen como los viejos coyotes con los terneros, hacerles creer que la verdad es que desean jugar con ellos, cuando los engañan cobardemente. Sobre esto podríamos escribir largo y tendido, pero como es verdad, nadie se lo creerá. ¡Qué pobre es la condición humana!
Don José Daza, uno de los hombres que más se internó en el conocimiento de causa de las costumbres de los toros bravos, hace ahora más de doscientos cincuenta años, dice en su obra Precisos manejos...después de haber observado y analizado detenidamente dichas costumbres:

«No nos engañemos, señores racionales, que he llegado a consentir que ésta es una de las altísimas ovidencias del autor divino, como lo es que esta especie de fiera -los toros y vacas bravos- no tengan lo que la entendemos nosotros, y que sólo ellos se la entiendan como también mucha parte de la nuestra; sin que nos deje dudas la experiencia en los ejercicios que nos sirven reteniendo en su memoria los nombres que a cada uno les ponemos, y los que damos a los movimientos, que han de ejecutar en obediencia nuestra, sin que jamás ni nunca haya podido la hinchada fantasía del mundo y sus escuelas construir ni averiguar una, ni ninguna de las frases con que ellos se entienden. Que a no desemejarse en la figura sería un grande aprieto...

Admira y embebece la advertencia y cautela de estos brutos. Empícanse, acompañados o solos, a comer los sembrados, huertas, viñas u otras cosas semejantes, y sin que nadie lo averigüe, los mire ni los estorbe, advierten ellos que hacen mal. Y por no ser cogidos en el hurto, con gran sagacidad y mayor cautela lo hacen a deshoras de la noche, y antes de que amanezca se ensotan -se esconden entre los arbustos- y ocultan en lo más tejido de los montes, donde ni el sol los vea hasta llegarles otra hora semejante; y si tienen dónde, iferencian el sitio de su ocultación y del que hacen el daño. Estábanse todo el día inmóviles allí, si no es que los precisan, por no ser descubiertos. Más de admirar. Pillan alguna res de las ladronas que no pudo ocultar sus idas y venidas y le echan un cencerro que las publique. Advierte ella el pensamiento, y lo inutiliza demorando su intento por algunas noches.

Vuelve a persistir, y yéndose y viniéndose a aquel u otro escondrijo; pero esto lo hace con pasos templados y el pescuezo extendido para que el cencerro no se oiga. Llega a donde daña, come apresurada, se para y escucha por ver si hay quien la mire. Vuelve a afanarse en sus comidas y suspensiones hasta llenar el buche.Y si logra no ser descubierta, con mayor sigilo anticipa o atrasa las horas de irse a su retiro y en la misma forma prosigue los hurtos. Pero si nota que pueden pillarla en el mismo acto, escapa velozmente a su ocultación y se echa como muerta. Y si intentan enredarla con otros ganados no empicados para acarrearla el condigno castigo en aquel paraje, apenas llega o antes de llegar al mismo sitio donde daña, lo resiste o hace fuga aunque no la castiguen...» ¿Existe alguna duda?
 


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