Toros Notables
Toros Notables Entrega 115 -
El primer semental de don Joaquín Murteira Grave fue comprado en 1944 a Pinto Barreiro y se llamó Fabeto. Sin embargo, el primer gran semental de la Casa se llamó Sargento, y llevaba el hierro de don Juan Guardiola Soto, adquirido a finales de 1950. Ya en la década de 1970, el semental, de nombre Tortolillo, de don Carlos Núñez, dio grandes productos. En 1985, el número 32, de nombre Claro y con el hierro de don José Luis Vasconcellos ofreció grandes resultados, así como el número 29, llamado Gamberro, y el número 79, de nombre Borracho, adquirido en la década de 1990 y ambos de don Juan Pedro Domecq. De los sementales de la década de los años 2000, todos puros Murteira, procedentes de Gamero Cívico, están: Orado, marcado con el número 18; Pollito, con el número 52, de la misma familia que Gallineto, el toro al que César Rincón le cortó las dos orejas en la Plaza de Toros madrileña de Las Ventas, en la que fue su segunda salida a hombros. En cuanto a las reatas hay que destacar cuatro fundamentales del mismo origen Gamero Cívico: las familias de las Gualdrapas, Cazadoras, Saltarillas y Coquitas.
La tarde del (22-12-1975), fue de triunfos para toreros y ganadero, siendo el coso queretano Santa María testigo de las hazañas de tres jóvenes diestros. El primer toro, de los tres de bandera de aquel festejo, se llamó Guarda Plaza, que fue para la alternativa del diestro mexicano Guillermo Montero; correspondiendo el segundo, Solterito, a Mariano Ramos. y el tercero, Clavelillo, para Rafael Gil (Rafaelillo). Todos los astados fueron de la ganadería mexicana de San Diego de los Padres, propiedad del Lic. don Nicolás González Jáuregui. Como prueba evidente del éxito de esta corrida, basta decir que se cortaron ocho orejas y dos rabos, trofeos que no se hubiesen podido conseguir sin la nobleza y bravura de los astados. Guarda Plaza fue un toro precioso, negro listón, bocinero (59), de gran estampa, que su presencia en el ruedo causó la admiración del público, con calurosos aplausos.
Don Juan Domínguez Ortiz (El Barbero de Utrera) , famoso personaje, por todos conocidos –sin que conste oficialmente que se dedicara a tal oficio-, que nació en 1778, falleció en 1834, a los 56 años de edad, del que sabemos que adquirió la mayor parte de la vacada de doña Luisa, que heredó la ganadería de su hermano el III conde de Vistahermosa, don pedro Luis a su muerte en 1821 que no llegó a lidiar toros con su nombre, porque sus testamentarios vendieron de inmediato la ganadería, en varios hatos, llevándose El Barbero el más numeroso y pasando sus toros de ser “condesos” a “los del Barbero.” El año de su fallecimiento la ganadería, por las razones que veremos seguidamente, pasó a don José Arias de Saavedra (1834), pasando los toros a llamarse “saavedreños.”
El Barbero de Utrera presentó por primera vez sus toros en Madrid el (23-06-1828), y esa tarde su toro, llamado Clavellino tomó con bravura 20 puyazos, aunque más bien sería decir que “entró veinte veces a los caballos, que no es lo mismo. Como detalle de cómo ya les apetecía a los ganaderos de otras regiones españolas cruzar con los “vistahermosas” o con “los del Barbero, digamos que sementales suyos emplearon el colmemareño don Manuel Aleas y el navarro Carriquiri.
El (03-10-1993), confirmó su alternativa el diestro Luis de Pauloba, en la plaza de Madrid, llevando como padrino a Manolo Cortés y de testigo a Miguel Rodríguez, con Clavelino, de la ganadería española de doña Dolores Aguirre.
El burel de pelo castaño claro, bautizado con el nombre de Clavelito, de la ganadería española de Samuel Hermanos, fue jugado en Ciudad Real el (16-08-1925). Hizo una magnífica pelea en todos los tercios, dándosele la vuelta al ruedo en el arrastre dos veces.
El mexicano con mayor cartel y más continuados triunfos en la Monumental de Barcelona, a partir de la tercera década del siglo XX fue un mestizo natural de Saltillo, llamado Fermín Espinosa Saucedo, que con dieciséis años escasos se presentó en dicho circo, maravillando ipso facto a la afición catalana el (21-04-1928). Andando el tiempo se encontraría en el mismo ruedo con un toro colmenareño de don Justo Puente (antes don Vicente Martínez, cierta tarde veraniega en que sus alternantes fueron nada menos que Juan Belmonte y Marcial Lalanda –ambos cortaron dos orejas, rabo y una pata-, de quien se dice que empezó a elucubrar ese día la idea de quitar de en medio a los toreros mexicanos, pensamiento que condujo a el establecimiento de un boicot llevado a los hechos un par de años después. El «Maestro de Saltillo» -un coloso irrepetible en los tres tercios- le cuajó a Clavelito una lidia de tal manera soñada que al rodar el bravísimo astado colmenareño, herido en la mera cruz, una multitud absolutamente fuera de sí fue exigiendo para el autor de aquella histórica hazaña, de aquella faena inmortal –tres quites, cuatro pares de banderillas y más de cincuenta muletazos, la mayoría con la mano zurda y los últimos ligados sin solución de continuidad en los medios de la plaza, las orejas y el rabo, desde luego, pero además, solicitadas y obtenidas una a una, las cuatro patas y hasta los genitales del toro de don Justo Puente: inusual carnicería, tan desmesurada como ilustrativa de la inmensa actuación de Fermín.
La hazaña a Clavelito tuvo lugar el (29-07-1934), un toro negro, terciado y de muy finas hechuras, que recibió la faena más premiada en la historia del toreo, en un coso de primera, además; aunque lo cierto es que el saltillense gozó del máximo cartel en Barcelona desde aque (21-04-1928) y a lo largo de sus once temporadas españolas; en la misma plaza cortó otra pata a un toro de Albaserrada el (24-08-1935), y allí reapareció en ruedos iberos, diez años después, cuando se finalizó el fatídico boicot, fruto de la envidia propia de los arabizados, y se reanudó el intercambio taurino hispano-mexicano, en 1945, quizás anticipando in mente la apoteósica recepción que le fue dispensada, y a la que supo Armilla responder con el arte y torerismo de costumbre.
A lo largo de la temporada madrileña de 1950 fueron apareciendo semanalmente en las páginas de la Revista EL RUEDO el resultado y las apreciaciones críticas de las reses lidiadas durante el citado año –en festejos serios- en la Plaza de Toros de Madrid. Así, pues, creemos innecesario entrar ahora en detalles, limitándonos a la breve relación estadística de los toros jugados de cada ganadería -procurando señalar en la posterior lista, en la que se relacionan todos los corridos en distintas Plazas de Toros-, aquellos animales que se distinguieron por su presentación y trapío, como por su bravura y otras relevantes condiciones. En total se lidiaron en Madrid 303 reses -72, en corridas de toros, 228 en novilladas y tres en la suerte de rejones-, pertenecientes, por orden alfabético, a las ganaderías siguientes:
*Vizconde de Garci-Grande, el 29 de junio: Seis novillos con hechuras y con casta, que cumplieron como buenos. Al primero se le condenó precipitadamente a lucir las banderillas negras. Para el segundo, llamado Presumidote, marcado con el número 93, y Claverito, con el 94, sonaron aplausos al ser arrastrados