Vacadas de encastes como Santa Coloma, Vega-Villar o Atanasio, entre muchas otras, están condenadas a desaparecer. El invierno del año 2010 ha marcado el fin para divisas acrisoladas de Salamanca: Sánchez Cobaleda, Terrubias, don José Manuel Sánchez, Pérez Escudero, don Trifino Vegas... Han aprovechado un vacío sanitario para poner punto y final a tantos años de historia. No soportaban más que los empresarios se rieran de ellos, pagándoles cifras vergonzosas.

En 2009, una ganadería madre, la de Atanasio Fernández, se exterminó, aunque fuera como fruto de su descastamiento. Otra vacada charra de gran importancia es la de don Antonio Pérez, los famosos Apés que tantas tardes de Gloria dieran a Ordóñez o El Cordobés, en la década de los año 1960. La mancha de ganado en la llanura de la finca de San Fernando llamaba poderosamente la atención. Había medio millar de vacas de vientre y cientos de toros. Ahora no supera el medio centenar y casi como algo testimonial. En el año 2011 la cosa empeoró todavía más y en esa fatídica línea sigue. Los grandes beneficiados de todo esto son los empresarios, que van a hacer su particular agosto comprando a precios irrisorios sin ver diezmadas sus subvenciones. Se van a aprovechar muy bien de la fragilidad del criador de reses bravas. Los antitaurinos deberían tener claro también que si se eliminan las corridas, el toro de lidia está condenado a desaparecer.
Fuente: Don Alfredo Fernández/Crisis Ganadera/El Faro del Guadarrama

Sin embargo, ¿qué es lo que está pasando en realidad? La mayoría de esas reses que están dando positivas en esa dichosa prueba de la tuberculina –pero no presentan la sintomatología de la enfermedad y tienen sus células pulmonares sanas- viven rodeadas de otras especies silvestres, de mamíferos pequeños y grandes, como los venados, verdaderos portadores sanos que albergan microbios productores de enfermedades, como la tuberculosis y otras, a los que no se les pueden hacer las pruebas y que sí están seriamente portando los gérmenes de la tuberculosis. Bruselas, convertida en la capital de los antitaurinos, debe saber esa realidad, pero callan hipócritamente, a la vez que obligan a esas matanzas horribles. Todos silencian que no saben cómo evitar esa situación y optan por lo más fácil, comenzando por nuestro Ministerio de Agricultura.
 

Los venados portan la fasciola hepática –la conocida como duela hepática-, conviviendo con el ganado bravo, los équidos y los jabalíes, en miles de hectáreas de la Baja Andalucía. Este autor ha contado 100 fasciolas en el hígado en una cierva adulta, gorda y con el pelaje lustroso. Ese parásito acabó con los camellos importados a Doñana. ¿Dónde están los señores veterinarios del Cuerpo Nacional?, que en sus sucesivos programas para sus maquiavélicas oposiciones, con Tribunales de exámenes que me recordaron los de la Santa Inquisición, no aparecían temas dedicados a la Zootecnia del ganado bravo. Me hicieron el gran favor de no aprobarme en una de aquellas amargas aposiciones y gracias a ello descubrí el hermoso mundo de la tranquilización y anestesia de los toros bravos a distancia, es decir: el dominio técnico-científico de la bravura de los toros, en miles de animales. Todos callan y los que viven de la Fiesta, que son los más peligrosos, no pían. En muchas dehesas es imposible separar a los cérvidos y jabalíes del ganado bravo. Qué sorpresas se llevarían los profesionales veterinarios, a las órdenes de Bruselas, si les hicieran las pruebas a cérvidos y jabalíes. Todos se cruzan de brazos y las ganaderías van desapareciendo. ¿Eso es lo que querían…?

Juan José Zaldivar

Quienes están detrás de esta barbarie? Primera parte

¿Quiénes están detrás de esta barbarie? Segunda parte