Francisco Mateos
Francisco MateosPeriodista |
30 Abril 2008
Asalto al poder y venganza de Diego Ventura
No le quedaba otra a Pablo que aceptarlo. La competencia entre Hermoso de Mendoza, líder indiscutible en las últimas intensas temporadas, y el joven Diego Ventura tenía que dirimirse tarde o temprano. Fue casi premonitorio cómo tras los muchos adornos de los tres jinetes tras el paseíllo, 'calentando' a sus caballos de salida, Hermoso de Mendoza insistió al sevillano a cederle el paso de camino hacia el patio de caballos. Parecía como los equipos de fútbol cuando le hacen 'el pasillo' al saltar al campo al equipo campeón. Pablo sabía bien a lo que venía. Y Ventura también.
Pablo quedó engullido por el ciclón de rejoneo del de La Puebla. Es cierto que a Diego aún le queda madurar más, pero el temple, la técnica, el sentido de espectáculo, y por supuesto la garra y la fibra, lo tiene bien aprendido el sevillano. Su seguridad en el ruedo es la seguridad de quien se sabe ganador al tener la mejor cuadra de caballos con diferencia del momento. A Ventura, cantado está, no hay quien le pare este año. Tiene ese sentido del espectáculo -hay que cuidar algunas cosas, como el exceso de besuquería a sus caballos, o la horrorosa imagen de un marsellé del revés a portagayola que parece un mono de brazos tiesos en vez de la elegante garrocha- que combina perfectamente con el más tradicional sentido del toreo puro a caballo. Sólo bastaba verle entrar tan despacio, andándole, llegándole a la cara, para saber que ha alcanzado el listón más alto del rejoneo.
El asalto al poder tenía que producirse en su tierra, en su plaza y con su gente. Tantas zancadillas puesta por el 'entorno' de Hermoso de Mendoza el pasado año tenían que tener respuesta en Sevilla. Los apoderados del navarro, la potente familia Chopera, evitaron la temporada pasada casi completamente torear con Ventura, y, además, en las plazas donde ellos eran empresa lo dejaron fuera, con un veto al más puro estilo de cacique de pueblo. Ventura tuvo paciencia y 'tragó'. Soltaba de vez en cuando -eso sí-, algún dardo envenenado, pero sobre todo retaba con sus constantes triunfos. Y ha sido hoy, en Sevilla, donde se ha escenificado ese asalto al poder del rejoneo. Ventura ha alcanzado la cúspide. Ahora, a mantenerse en ella como ha hecho durante tantos años el gran Hermoso de Mendoza.
Francisco Mateos
30 Marzo 2008