Juan José Zaldivar Ortega
Juan José Zaldivar OrtegaDr. en Medicina veterinaria y zootecnia |
05 Junio 2010
Ya han pasado CXXX años 1880-2010
Así corre el tiempo y hoy, 5 de junio de 2010, se cumple el CXXX Aniversario de la inauguración oficial de nuestra emblemática Plaza de Toros, la de El Puerto de Santa María, en la que pronto se habrán celebrado un total de 1.300 festejos taurinos, desde corridas de toros hasta becerradas. Aquella histórica tarde alternaron en un mano a mano los diestros sevillano Antonio Carmona Luque (Gordito) -1834-1920- y Rafael Molina Sánchez (Lagartijo) -1841-1900-, que fueron de los toreros más sobresalientes de la segunda mitad del siglo XIX.
Como todo cuanto realiza el hombre, al margen de los vicios y la mediocridad reinantes, especialmente las colosales obras arquitectónicas, cuando se conciben con las más nobles ilusiones y canalizando con entusiasmo los más suprahumanos esfuerzos, se les dota a la vez de un extraño espíritu, de una religiosidad que conmueve a propios y extraños, dejando con los años una estela de grandeza y de orgullo compartido, que pasa de generación en generación… y esperamos que siga por incontables décadas.
Si es así, podemos preguntarle a ese “espíritu” que late en la Plaza Real: ¿Estás conforme con el trato y las atenciones que te han ofrecido a lo largo de los años? Mucho me temo que se siente incómoda y poco satisfecha de verse manipulada por quienes no tienen otras ideas que las de utilizarla para personales protagonismos. Así es. Porque Ella quiere sentirse de todos los portuenses y, sobre todo, de que se emplee en su conservación, cual bella y coqueta dama, los beneficios que produce y no dedicarlos a otros menesteres municipales, casi siempre ajenos a ella.
Lo que más le molesta es no estar ofreciendo, desde hace muchos años, buenos espectáculos. Ella está ahí para eso y poco o nada le importa las visitas oficiales y las poses fotográficas. Pero no quiere hablar de esto, porque lo que le conmueve es compartir su religiosidad con la de los toreros que se juegan la vida sobre su albero. En ese hermanamiento espiritual está la grandeza de la Fiesta Brava, porque otros tipos de actos son simplemente pasajeros.
Pero estos últimos años, nuestra emblemática Plaza Real, orgullo de todos los portuenses, viene acumulando una profunda tristeza, al observar el deterioro biológico generalizado de los toros que se lidian sobre su albero. Piensa, en su 130 aniversario, que está muy bien que le hayan parcialmente embellecido su indumentaria exterior y que pronto su interior terminará de ser renovado, pero lo que anhela es ver espectáculos, corridas de primer nivel, con toros que no sean, demasiadas veces, los desechos de las ganaderías de la región. ¡Eso sí me duele mucho!, dice la dama monumental. Cree firmemente que, en lugar de buscar empresarios que muerdan anzuelos favoreciendo la economía municipal, se oriente todo en el sentido para el que fue construida: para el gozo y disfrute de los aficionados.
Hay cosas que le producen un verdadero desasosiego, como el que en la pasada tradicional Feria de su Puerto de Santa María, estando pletórica de alegría por vivir la primavera, se celebrara una simple novillada. Se revuelve de coraje al no sentir la armazón material de sus tendidos repleto de aficionados, presintiendo que con ello se están alejando los aficionados, a los que ella quiere mucho más que las autoridades, las que sean. ¡Qué profunda tristeza me produce sentir mis tendidos medio vacíos! Claro que, viendo la ineptitud generalizada, global y localmente, de los hombres que manejan los destinos de los seres humanos de nuestro tiempo, todo le es a la mítica Plaza Real más comprensible… ¡y tiene toda la razón!
5 junio 2010