Sergio Pérez Aragón
Sergio Pérez AragónCronista taurino |
09 Junio 2021
Rafael Ortega: cien años del toreo puro (I)
En una vaqueriza por la zona de Camposoto, donde sus padres vendían leche, nació el 4 de junio de 1921. Dos ascendientes taurinos marcaron su destino, por un lado su tío, el banderillero Rafael Ortega “Cuco de Cádiz”, que lo fue de Juan Belmonte, y su padre Baldomero Ortega “el Loro”, encargado de matar los toros sobreros que no se lidiaban en la plaza de la Isla y algún que otro Toro del Aguardiente. Una lesión en su pierna provocó una joven retirada, por lo que nunca le verían torear sus hijos Rafael y Baldomero.
Pero sin duda, su destino vendría marcado por el servicio militar. Con su quinta del 42 fue destinado a la Intendencia de Ceuta, por donde pasaban cuantas reses daban de comer a las fuerzas allí establecidas. Rafael, con el gusanillo del toreo germinando, improvisó en el interior del acuartelamiento una pequeña placita de toros con permiso de su Capitán, de apellido Entrala, quien confiaba plenamente en sus posibilidades taurinas. Allí mataba, no sin antes intentar lidiar, cuanto ganado desfilaba con el consentimiento del mando. La gran cantidad de reses estoqueadas y descabelladas en esa época determinaría sus conocimientos en cuanto al uso de los aceros. En esta ciudad norteafricana se viste por primera vez de luces junto a otros compañeros de milicias anunciándose con el apodo de “el Panocha”. Allí también debutaría con caballos en el 46. Finalizado el servicio militar obligatorio, y con una buena reputación ganada como novillero, da comienzo su carrera por plazas andaluzas, principalmente granadinas hasta llegar a Madrid, donde lo anuncia su tío “el Cuco”. En la plaza de la Corte debuta el 10 de agosto del 49 con balance de vuelta y oreja, premio este que le supone dos tardes en Sevilla la temporada siguiente. Su buena actuación le da a conocer en el mundillo taurino, repitiendo tres tardes más antes de la alternativa. Con gran cartel, y a la veterana edad de 28 años, se doctora el 2 de octubre del 49 de manos de “Manolo” González frente al toro Cordobés de Felipe Bartolomé de pelo negro listón con Manuel Dos Santos de testigo, quien curiosamente no ejerció esta función al ser cogido en el tercio de varas del toro de la ceremonia, quedando el festejo en mano a mano. Aquella misma tarde ya probó las mieles del triunfo cortando una oreja del primero y del último, éste de Antonio Escudero Calvo, hoy Victorino, saliendo en volandas camino a la calle Alcalá. Cinco veces más repetiría este paseíllo de Puerta Grande, en el 50, 52, 53, 54 y 67.
La siguiente temporada compartiría el éxito en San Isidro con una constante en su profesión, las cornadas. La primera tendría lugar en Granada, y el 8 de julio en Pamplona de un toro de Bohórquez afectando a vejiga, ano y pierna, que hizo temer incluso por su vida de forma que llega a recibir los últimos auxilios espirituales. A pesar de las pésimas expectativas sólo permanecería dos meses inactivo. En la del 52 de nuevo el triunfo en Madrid; la Puerta del Príncipe en Sevilla el Día del Pilar, festejo a beneficio de la Cruz Roja, cortando un rabo a un toro de Salvador Guardiola; y su confirmación en “la México”. La temporada de 1954 actuó en solitario en la corrida a beneficio del Montepío de Toreros en Madrid, cortaba tres orejas sin llegar
a usar el verduguillo; y dos, una y una, a toros de Buendía en Sevilla. En el 55 desoreja un toro de Villamarta el Domingo de Resurrección sevillano y pocos días después a otro de Guardiola. Año 56, en la Maestranza sevillana corta otro rabo a un Miura de nombre Tormenta. La ejecución de la suerte de matar a aquel toro, en los medios, de forma que según salía por el costillar el toro se iba derrumbando antes de llegar a la muleta se encuentra representada en el monumento, obra del artista sevillano Chiqui Díaz, con que cuenta en su ciudad natal inaugurado en octubre del 2002. La temporada del 57 estuvo marcada por la tarde del 29 de septiembre en Sevilla, Feria de San Miguel y toros de Juan Pedro, un festejo que quedaba en mano a mano con Antonio Ordóñez por la cogida de su hermano “Pepe” donde el cañailla cortaba “solo” dos orejas en una tarde genial. Cansado un tanto por los percances y desilusionado por la poca repercusión de sus éxitos en los despachos, sus temporadas siempre fueron cortas, anunció su primera retirada en el año 60.
Sergio Pérez Aragón
Próximo: Rafael Ortega: cien años del toreo puro (II)