Origen y Evolución del Toreo

Num. 35 Origen de la Fiesta de los Toros - Cronología histórica en España (Siglo XVII (1617-1619)

1617:

Según don José María de Cossío, «el siglo XVII es de apogeo de estas fiestas.» Felipe IV, aficionadísimo a ellas, las patrocinaba y frecuentaba y cualquier hecho de la Corte servía de pretexto para celebrarlas. Su padre, Felipe III, hizo construir en 1617 la Plaza Mayor de Madrid, precisamente con intención de que sirviera a estos y otros regocijos públicos. Las fiestas reales se celebraban es dicha plaza, convenientemente dispuesta y preparada con talanqueras y andamios de madera. Los reyes ocupaban el balcón de la Panadería, y los príncipes, palatinos, Consejos y clases todas del Estado tenían su lugar o balcón designados.

En un curioso «Libro de noticias particulares», conservado en el Archivo Municipal de Madrid, se da cuenta de la colocación, en la plaza, de la Corte. Corresponde la fiesta o corrida al años 1598, es decir, antes de construirse la Plaza Mayor, pero en el que se aprovechaba la disposición de la antigua y, sobre todo, de las Casas Consistoriales, para los espectadores calificados de la fiesta. Dice así: «Se corrieron toros en la Plaza Mayor de la Villa, y fue a ellos el Príncipe Nuestro Señor... Estuvo en los balcones del primer piso de la Panadería, en la primera ventana, y en la ala del primer suelo estuvo vacía y atajada. Después, los Grandes y caballeros. El segundo suelo de la Panadería, el Consejo Real y el del Reino. Tercero, las mujeres y los consejeros del Real. Toda la plaza no tuvo colgaduras ni aderezo, excepto en las ventanas donde Su Alteza estuvo.» Tales designaciones obedecían a un ceremonial complicado, y no sólo se guardan durante el siglo XVII, sino que el XVIII se conservan y la etiqueta es tan meticulosa y más que en aquel tiempo.

La documentación municipal gaditana del siglo XVII ya evidencia una rápida recuperación de la ciudad en cuanto a sus usos y costumbres, incluida la organización de Fiestas de Toros y Cañas. Diversas Fiestas Reales se celebraron, con toda o parte de la pompa habitual, en la plaza de la Corredera delante de las casas capitulares y con todos los gastos pagados por el Cabildo (libreas, meriendas, caballos, tablados…). El (07-07-1617), en el Cabildo Municipal de Cádiz, se recuerda que la ciudad “ …tiene acordado en el pasado” que se celebren Fiestas de Cañas y Regocijos de Toros cada año por San Juan y por Santiago.”

Poco a poco, pues, Cádiz fue recobrando su pulso y recuperando acuerdos anteriores, perdidos para nosotros en la documentación desparecida en el saqueo inglés, respecto a sus tradicionales Fiestas de Toros y Cañas que aunque no eran la única diversión del pueblo español en aquellos años, si eran el espectáculo gratuito más importante. Otras diversiones tenían los gaditanos de la época, así en actas municipales de 1613 y 1615 hay diversos acuerdos para rehabilitar el juego de la pelota, y en 1626 se ordena quitar el juego del bolillo…”…que jugaban los esclavos y gente de la playa” en la Puerta del Mar por lo perjudicial y peligroso que resultaba.

1618:

La celebración de las fiestas reales, pues, no tuvieron hasta 1618 un lugar fijo para llevarse a cabo; pero habiéndose construido y concluido la plaza Mayor en 1620, cuya construcción duró dos años (1), ya se fijaron las fiestas reales de toros en ella, pues en parte alguna cabían como allí cincuenta mil espectadores. Sin embargo, como veremos en el reinado siguiente, estuvo más en boga la nueva plaza del Real Sitio del Buen Retiro. El (30-06-1620) se dio la real orden tasando los balcones para las fiestas de toros por la tarde en esta plaza, a saber: los principales a 12 ducados; los segundos a 8; los terceros a 6, y los cuartos a 4 ducados; teniéndolos libres los inquilinos para su uso en las fiestas que se diesen por las mañanas.

1619:

El Cabildo Municipal de Cádiz “…acordó que de aquí en adelante y perpetuamente todos los años se hagan fiestas de toros y regocijos de juegos de cañas en honra y servicio de los bienaventurados mártires San Servando y San Germán patronos de esta ciudad y que se den las libreas de tafetán a costa de esta ciudad a los caballeros que salieren en ellas en el juego de cañas.” Otras diversiones tenían los gaditanos de la época, así en actas municipales de 1613 y 1615 hay diversos acuerdos para rehabilitar el juego de la pelota, y en 1626 se ordena quitar el juego del bolillo…”…que jugaban los esclavos y gente de la playa” en la Puerta del Mar por lo perjudicial y peligroso que resultaba.

(1) A principios del siglo XVII, era tal el deterioro en que se encontraba la plaza Mayor madrileña que movió al rey Felipe III a disponer su completa demolición y la construcción de una nueva, digna de la Corte más poderosa del mundo. A este fin dictó órdenes más convenientes a su arquitecto Juan Gómez de Mora, uno de los más aventajados discípulos de Juan Herrera, el cual realizó los planos y llevó la dirección de las obras, dándola por terminada en el corto espacio de dos años, ascendiendo su coste total a 900.000 escudos. Se inició la construcción en 1618, y se terminó el año 1620, con la misma área que hoy tiene de 434 pies de longitud, 334 de latitud y 1.536 de circunferencia; se fundó como hoy está sobre pilastras de piedra, formando espacios soportales.

Las casas tenían 71 pies de altura, 30 cimientos y constaban de cinco pisos, sin los portales y bóvedas, en sus cuatro frentes había 136 casas, las que formaban la plaza, con salidas descubiertas a seis calles, y tres con arcos ya habitaciones para 3.700 vecinos, pudiendo colocarse en ella, con ocasión de fiestas Reales, hasta 50.000 espectadores. En un principio tuvo 566 huecos con balcones de hierro y muchas bohardillas. Se quemó por primera vez esta plaza el (10-08-1672), por la lado de la Panadería, que se volvió a reedificar, y por segunda, el (16-08-1790), por el lado de los portales de Guadalajara, y antes de Toledo, que se reconstruyó; hoy constan las casas de tres pisos a azoteas con bohardillas y falta parte del lado de Oriente que poner igual al de las nuevas, pues aquél lado es aún la primitiva construcción en sólo dos casas.

Los fronticios de las casas eran de ladrillo colorado, y estaba coronada por terrazos y azoteas cubiertas de plomo y defendidas por una balaustrada de hierro. Esta y las cuatro hileras de los distintos pisos estaban tocadas de negro y oro, todo lo cual, y su rigurosa uniformidad, le daban un aspecto verdaderamente magnífico. En medio del lienzo que mira al Sur se construyó, al mismo tiempo que la Plaza, el elegante y suntuoso edificio con destino a servir de Panadería en su parte baja, y casa Real, con magníficos salones en la principal, para Juntas y otros actos públicos, y para recibir a los reyes cuando acudían a las fiestas solemnes que se celebraban en esta Plaza.

El rey español Felipe III, el año 1619, renovó y corrigió la Plaza Mayor de Madrid, lo que prueba que este monarca tenía en aprecio tal diversión. Con motivo de la celebración de las bodas del rey Felipe II, en la ciudad de Sevilla tuvieron lugar una serie de festejos taurinos, interviniendo en uno de ellos don Gómez de Figueroa, caballero rejoneador de la segunda mitad del siglo XVI, de quien hace mención Vañuelos y de la Cerda en su libro de Jineta, como destrísimo en el arte de dar cuchilladas desde el caballo y que en aquella ocasión mató más de dos toros a cuchilladas.
 


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