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Castella profeta en su tierra (video resumen)
18 Julio 2009
Mont de Marsan (Francia). Lleno. 2ª de Feria. Toros de Victoriano del Río, bien presentados. Manejables en conjunto y enrazados.
Julio Aparicio, pitos y saludos
Sebastián Castella, oreja y dos orejas .
José María Manzanares, silencio y saludos tras aviso.
CRÓNICA DEL FESTEJO
Castella hace la mejor faena de su temporada
Cortó tres orejas de un desigual encierro de Victoriano del Río, con el que no pudieron triunfar sus compañeros de terna, Aparicio y Manzanares
Sebastián Castella ha reivindicado en el segundo festejo de la Madeleine de Mont de Marsan el gran momento que atraviesa. El francés ha paseado tres orejas de un desigual encierro de Victoriano del Río con el que no pudieron triunfar sus compañeros de terna, si bien Aparicio encandiló a los espectadores con el capote en el cuarto, mientras Manzanares anduvo esforzado con el que cerró plaza.
Castella, que obtuvo la primera oreja de su tarde en el segundo, toro complicado con el que, a base de tesón, temple y valor, consiguió meter en la muleta y dar forma a un trasteo emotivo coronado de una gran estocada, paseó las dos del encastado quinto después de una faena maciza, una de las mejores de su temporada, en la que hubo toreo largo y profundo sobre ambas manos destacando varios naturales extraordinarios antes de formar un alboroto cuando al final del trasteo invadió el comprometido terreno del toro.
El resto del festejo nos dejó microesencias de Aparicio, que ha dejado patente su clase y sus artísticas maneras en varios momentos de un primer trasteo que no alcanzó a cobrar altura mientras al cuarto, toro terciado y con calidad, lo toreó de manera exquisita con el capote, hilvanando algunos lances extraordinarios. Olía a faena importante pero la comunión total entre toro y torero no llegó a producirse y la faena nunca a llegó a ser redonda.
Hoy José María Manzanares ha bailado con la más fea, pues si fue complicado su primero y no pudo hacer nada el alicantino, apostó fuerte con el sexto sacando muletazos comprometidos a un animal que evidenció algunos problemas de vista. De haberlo matado con celeridad podría haber paseado una oreja.