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El Juli y El Cid salen a hombros en la última de temporada en Bogotá

El Juli y El Cid a hombros en la Santamaria

El Juli y El Cid salen a hombros en la última de temporada en Bogotá

21 Febrero 2011

Bogota (Colombia) 20 febrero. Se lidiaron siete toros de Las Ventas del Espíritu Santo, desiguales de presencia y juego. Destacaron los lidiados en quinto, sexto y primer lugar. Noble aunque sin casta el segundo. Mansos tercero, cuarto y el sobrero que se lidió en séptimo lugar.

"El Juli": oreja y oreja
"El Cid": pinchazo, silencio y dos orejas
Santiago Naranjo:, oreja y vuelta al ruedo



La plaza registró un lleno de 'Agotadas las localidades'. Tarde con mucho viento. Santiago Naranjo confirmó su alternativa con el toro Capitán, número 561. Buenos puyazos de Diego Ortiz al cuarto y Luis Viloria al segundo. Buena brega de El Boni. Saludaron Wilson Chaparro y Ricardo Santana tras banderillear al cuarto.

"El Juli", "El Cid" y Santiago Naranjo llegaron a la Santamaría con la moneda del triunfo en sus manos. La tiraron al aire, pero cayó con distintas caras.

Y en buena medida, porque el encierro de Las Ventas del Espíritu Santo también ofreció muy diversas opciones.

Muy pocas opciones las del lote de "El Juli", el torero madrileño que había motivado otro lleno absoluto. Sus dos toros, de bonitas hechuras, estaban abandonados de casta.

Y contra esa condición, como quien rema contra la corriente, "El Juli" tuvo que medirse para superar una tarde que parecía escurrírsele como el agua entre los dedos.

El segundo de la tarde, de nobles embestidas como principal virtud, no tuvo el fondo necesario para perseguir la muleta con emoción.

Esa nobleza sirvió para que "El Juli" se recreara en suertes que interpretó con lentitud y suave trazo, pero que costaban mucho que transmitieran al tendido.

Entonces, el madrileño apostó por la firmeza de planta. Y así, sin mover un solo músculo, cuajó dos series emotivas en las que el toro aceptó la invitación de la muleta. Un pase cambiado por la espalda, cuando el toro parecía perder el poco celo que le quedaba, produjo una explosión de júbilo. A la faena también le faltó la rúbrica del acero, que llegó al segundo intento. La oreja fue aclamada y concedida sin mayor resistencia.

El cuarto se convirtió en una estatua de piedra. Al punto que "El Juli", por más que intentó arar en el desierto, se tropezó con esa dureza, incluso con la espada.

Por insistencia de un público que vino a verle, regaló el séptimo. Y con otro manso se esforzó y se puso cerca de los pitones. Cortó una oreja, propia de un toro de regalo.

"El Cid" tuvo el toro de mayor emoción. El quinto. Que embistió con casta y recorrido. Y al que toreó, con mucha generosidad, citando de lejos y ligando series a las que el público se aferró para elevar los niveles de la tarde. Hubo buenos naturales, y pases por la diestra que tuvieron temple y vibración.

También hubo excesos del sevillano. En dos desplantes en los que casi sale prendido, de no ser por el capote milagroso de El Boni, que hizo un quite providencial. A pesar de que su espada fue defectuosa, hubo dos orejas. Una nueva tarde de generosidad del palco.

Santiago Naranjo confirmó su alternativa en Bogotá, y a pesar de estar en el medio de dos figuras, no se amilanó. El colombiano contó con la suerte del mejor lote.

El primero, que embistió bien por el derecho, y el segundo, aunque se vino a menos, fue quizás el de mejores embestidas.

El guión de Naranjo fue propio de quien empieza. Pero por encima, la actitud y disposición con que encaró la tarde conmovió al público. De ahí que hubiera cortado una oreja al primero y el cariño en una vuelta al ruedo que el torero dio por su cuenta en el sexto.

 



 






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