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Después de mí, “naide”
03 Mayo 2025El Puerto (Cadiz) Artículo de opinión de Juan M Quiros
Esa frase tan manida la pronunció Rafael Guerra “Guerrita” hace 125 años, al retirarse del toreo por no estar de acuerdo con el régimen establecido en aquellos últimos años del siglo XIX. La soltó al aire con esa chulería tan propia de las grandes figuras. Evidentemente, después vinieron otros que tomaron el trono y lo superaron: Joselito, Belmonte, Manolete…
Pero hoy, esa frase cobra más sentido que nunca. Porque ahora mismo, sin temor a equivocarnos, podríamos decirla de nuevo: después de Morante, ¿quién? Y no es solo que actualmente no haya nadie a su altura, es que quizá en siglos no llegue otro como él. Es él, y solo él.
La obra maestra que realizó ayer con el capote quedará grabada para siempre en la historia del toreo. Parar, templar y mandar —el ABC del arte taurino— llevado al límite. Y si hacerlo con la muleta ya es difícil, hacerlo con el capote es aún más complejo. Recibir al toro a una mano, torear con el pecho por delante, la barbilla encajada y rematar con una media arrebujada a una mano nos transportó a otra época.
Todos conocemos la devoción que Morante siente por el Rey de los Toreros, José Gómez Ortega, Joselito el Gallo. Pero ayer, y sin que sirva de precedente, el alumno superó al maestro.
No entro a debatir si las dos orejas fueron justas o excesivas. Quizás lo fueron. Pero como decía aquel al que apodaban El Faraón de Camas, “las orejas son despojos”. Se olvidan. Lo que no se olvida es lo que hizo ayer el de La Puebla.
Tendrán que venir, como siempre, las tardes malas. Las habrá, seguro. Porque no todos los días las musas visitan a los artistas. Le pitarán, lo criticarán, incluso le abroncarán. Pero yo podré decir, con orgullo: yo vi torear al Dios del toreo.
Si Joselito fue el Rey de los Toreros, Morante I de La Puebla es el Papa del Toreo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Juan M Quiros

