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El hombre propone y Dios dispone
30 Marzo 2025El Puerto (Cádiz) Artículo de opinión de Juan M. Quiros
Se podrían escribir mil frases para resumir lo vivido esta tarde en Torres de la Alameda, pero sería difícil quedarse solo con una.
Con más ilusión que nunca, un puñado de "Crespistas" nos embarcamos rumbo a la cita señalada. Era el día y la hora. Todo debía salir bien. Pero no. En esta bendita locura que es el toreo, quien realmente manda es el toro. Él es el auténtico juez, el que dicta sentencia. Y hoy, por desgracia, salió cruz; nos tocó la cara amarga de la moneda.
El primero de la tarde medio se dejó, y Daniel supo, como siempre, sacar agua del pozo. Con su corte templado, nos regaló una faena de las que gustan en este rincón: dos tandas al natural que pusieron el toreo donde siempre queremos verlo, despacio y sentido, a pesar de que el toro andaba justo de fuerzas, sin llegar a ser un marmolillo. Tras una estocada algo trasera que hizo que el toro tardara en caer, se esfumó una oreja que ya era suya de pleno derecho.
Y llegó el segundo, un toro bonito de hechuras que, a simple vista, prometía. Tenía que embestir, sí o sí, pero nuestro gozo cayó en un pozo. Fue todo lo contrario: un manso pregonao, como dirían las viejas revistas taurinas. Un toro aculado en tablas, sin entrega, que no permitió ni un pase y dejó la faena sin historia.
Duele, y mucho, ver a un torero como Daniel Crespo, que en un día en el que solo necesitaba un poco de suerte, esta le fuera tan esquiva. Un torero que ha apostado todo a cara o cruz, y hoy —maldita sea— nos tocó la cara fea.
Así lo vi y así lo cuento.
Pero ahora toca levantarse, seguir luchando, porque en esto, como en la vida, solo pierde el que deja de pelear. Y si hay alguien capaz de revertir la situación, de seguir apostando sin miedo, eres tú, Daniel Crespo.
Juan M. Quiros

