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Hermoso y Ventura a hombros en la matinal de Arles
13 Abril 2009Arles (Francia). 7ª de Feria. Lleno de 'no hay billetes'.
Toros de Fermín Bohórquez, de muy buen juego.
Fermín Bohórquez, silencio y oreja.
Hermoso de Mendoza, dos orejas y dos orejas.
Diego Ventura, oreja y dos orejas y rabo.
Savalli por la tarde también
Arles (Francia). Menos de tres cuartos de plaza.Toros de Victorino Martín, bien presentados y encastados, ásperos y complicados en conjunto.
Antonio Ferrera, saludos y oreja.
El Cid, silencio en ambos.
Mehdi Savalli, palmas tras aviso y dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
TOROS:
Seis toros de Bohórquez despuntados para rejones, nobles, buenos. Terciados los tres primeros, cuajaditos los otros tres
ESPADAS:
Fermín Bohórquez, ovación y una oreja.
Pablo Hermoso de Mendoza, dos orejas y dos orejas
Diego Ventura, una oreja y dos orejas y rabo.
INCIDENCIAS:
Matinal. Primaveral. Lleno. Brillantes los dos en la matinal de rejones de Arles, que se dio a plaza llena y en ambiente propicio. Novedades destacadas en las dos cuadras. ¡Ocho orejas y un rabo!
CRÓNICA DEL FESTEJO
Sobresaliente el primer duelo Hermoso -Ventura
Pablo Hermoso y Diego Ventura juntos, ligeramente revueltos y en noble lid. Triunfantes los dos. Una soberbia estocada sin puntilla le valió a Ventura el rabo del sexto toro de Bohórquez. Le había privado de una segunda oreja en el turno previo un feo espadazo contrario, atravesado y caído, y enterrado de dos golpes de empuñadura. Pablo se llevó la cosecha habitual: cuatro orejas. Casi igual de expeditivo con la espada que Ventura. Primero, una estocada en tres golpes. Luego, una entera caída y trasera pero letal. La muerte rápida resulta decisoria en Francia. Los públicos no soportan las agonías en el escenario.
Pero, a plaza llena y en mañana de radiante sol, la gente no se sentía convocada por los rejones de muerte precisamente. Sino por todo lo demás: por los caballos, cuyos nombres anunciaron en pancarta blandida desde el callejón Hermoso y Ventura; por el toreo a caballo y por sus tantos y tantos trances. En plaza de traza elíptica, como la de Arles, no es sencillo galopar en tablas ni meterse en ellas en los cambios de viaje. Ni salir de embroques salvo cuando se producen del tercio a las afueras. Hermoso, sin embargo, quiso rizar el rizo y, en un más difícil todavía de gran maestro, hizo en su primer toro alardes mayores.
Con un caballo que empieza a ser de verdad célebre. Chenel, el sucesor del gran Cagancho. De su misma estirpe y escuela. Toro encelado y empapado en el costado, mecido en el galope cada vez más rítmico y cambiado de viaje en el momento más inesperado. Dos o tres veces el mismo juego y, de pronto, la reunión al estribo. Hermoso, en escuadra grácil, saca el brazo de abajo arriba y de pronto aparece la farpa de colores enhiesta y clavada arriba. Un delirio las dos veces que Pablo lo hizo. Para marcar territorio. No distancias. En los embroque de caras y de largo, para pasar solamente y sin clavar, Hermoso dejó claro que se encuentra en momento dulce.
Diego Ventura ha ganado en torería cabal y en sitio lo que ha perdido de mera espectacularidad. A eso ha renunciado. Así que la elección de terrenos, distancias y momentos no fue para la galería, sino en función de las demandas del toro. Tal vez pecó de abusar de la ferralla con el sexto de corrida. Pero entonces se sentiría espoleado por el saldo de Hermoso: cuatro orejas. Sólo una Ventura, que aquí metió la quinta marcha para igualar como fuera en trofeos esta primera batalla. Hermoso ha renovado la cuadra y por aquí asomaron caballos debutantes: un Caviar toro vinoso y un Dalí alazano, los dos de salida, y un Espartano tordo que baila en banderillas y sale de embroque en piruetas. Los clásicos de la cuadra brillaron más y mejor: no sólo el Chenel de los días de lujo, también Silveti, suavecísimo en las llegadas y salidas. El tordo Pirata fue el elegido para cortas y muerte. Y para pegar al toro antes de rendirlo mordisquitos, bocaditos u ósculos, ¡quién sabe..!
La cuadra de Ventura es extraordinaria, espectacular. La planta, la postura, la alegría. Alguna novedad: tres tordos albinos, un Manzanares, un Ginés y un Morante que lo saben hacer todo. Ventura es capaz de en una misma suerte improvisar hasta cinco y más aires de doma clásica y campera. De poner boca abajo el ambiente con un balanceo cuasi desmadejado en el sitio mientras las crines del caballo –éste es el caso de Ginés- aletean como flecos de seda. Con un Cheke tordo Ventura hace malabarismos: poner de rodillas al caballo, fijarlo de cuartos delanteros mientras el peso entero de monta y caja se van hacia atrás como desperezándose. Sin transiciones ni tiempos muertos.
Sin más concesiones que las imprescindibles, que en el toreo a caballo son unas cuantas. Para matar Ventura sigue confiando en su fiel y veterano Califa, caballo de gran porte, no común por tal porte justamente en la suerte suprema. Pablo firmó alguna que otra temeridad: asirse a los cuernos de los dos toros de lote, acariciarles la testuz. Ventura, descarado en desplantes de codo en testa, apostó por las llegadas de cara y de largo. No hubo apenas errores en los embroques de ninguno de los dos. Matemático toreo ecuestre, por tanto. Bohórquez puso la corrida de su casa, que fue más buena que poderosa pero tuvo la fuerza suficiente. Y calidad. El piso, muy arenoso, no estaba a favor del toro. Bohórquez, a gusto y por libre, toreó con sencillo clasicismo, gusto bueno. Con caballos conocidos y más que puestos. Pero sin nombre. Si hay guerra de espuelas, no va con él. Y se nota. Pero sus pares a dos manos, su rosa, su dominio del sitio... Todo eso también.
(COLPISA, Barquerito)

