Toros Notables

Entrega nº 107 "Cigarrón"

441.1 Cigarrón:

Uno de los mayores escándalos o broncas que se han conocido en la plaza de toros de San Sebastián tuvo lugar el (16-08-1891) en que con ganado de don Manuel Aleas, impresionante de poder y bravura, alternaron Rafael Molina (Lagartijo) y Ángel Pastor, que ya había actuado el día anterior con reses de don Antonio Pérez Tabernero. Lagartijo, que llevaba un terno morado y oro, realizó una faena mediocre a su primero, en el que sufrió frecuentes desarmes. Pero la bronca no se inició hasta el final del segundo toro, que fue lidiado deslucidamente por Ángel Pastor. Cuando el puntillero ahondó desde la barrera el estoque que el animal tenía clavado. El público se irritó y el presidente se vio precisado a imponer una multa al osado auxiliar.
Pero donde había de producirse la bronca grande, estrepitosa, sería en el tercero toro de la tarde, llamado Cigarrón, bravo y poderoso en extremo, que en las cinco primeras varas desmontó a los picadores como si fuesen muñecos, produciéndoles fuertes costalazos. Las caballerizas de la plaza se quedaron sin caballos y tras rápida y eficiente gestiones el empresario logró traer más jamelgos. El astado volvió a dejar cuatro caballos más fuera de combate. Lagartijo, sin dar un solo pase de muleta se tiró a matar a paso de banderillas en medio de un griterío impresionante. El cordobés entró de nuevo a matar y salió acosado y trompicado, ,y por un milagro no quedó destrozado por el toro, pues Cigarrón tuvo al maestro frente a sí, junto a la barrera y en cuclillas, como esperando el ya inevitable cornalón…y tuvo a bien respetarle. El bravo animal saltó la barrera a la altura del tendido seis y el famoso banderillero Ostión –el subalterno predilecto de Frascuelo-, tomó un estoque y, traidora e inicuamente, pinchó una y otra vez al toro. Cigarrón murió ignominiosamente en las inmediaciones de la puerta del toril. El escándalo alcanzó entonces dimensiones insospechadas en la plaza pues la conducta de los subalternos resultó totalmente reprobable.

El cuarto toro lo trasteó Pastor con lucimiento, pero al matar lo hizo de un golletazo al viejo estilo de Cúchares. Y en quinto lugar salió un toro que había de pasar a los anales de la historia como uno de los ejemplares más bravos y nobles que se hayan visto en Guipúzcoa. Este magnífico toro, que llevó el nombre de Ranchero, tras recibir once varas y dejar cinco caballos muertos sobre la arena, pasó a banderillas organizándose otro escándalo formidable, lanzando el público al ruedo botellas y otros objetos, en señal de que el toro debía recibir más castigo. Fue tal la intensidad del tumulto que los toreros se vieron obligados a retirarse, protegiéndose en las barreras mientras la bronca adquiría características descomunales, permaneciendo la lidia suspendida durante diez minutos. El presidente ordenó que salieron nuevamente los picadores al ruedo -¡casi insólito!- le aplicaron tres puyazos más teniendo ya el toro prendido un par de banderillas. Volvieron a banderillearlo otra vez. Lagartijo lo toreó lucidamente a tan bravísimo animal dándole catorce muletazos para darle seguidamente un volapié, acostándose el toro.

Al aparecer en el ruedo el sexto toro, de pelaje colorado ojo de perdiz, de nombre Comerciante, el público le dedicó una gran ovación al ganadero por el bravo y poderoso encierro que les envió. Recibió el astado cinco varas dejando dos caballos en la arena, volviéndose a terminar los jacos que se adquirieron y se armó otra nueva bronca. Con la mayor prontitud se adquirieron tres équidos más, no aptos para la función y así, uno de ellos, que se dio cuenta de para qué lo querían, dio varios brincos y se deshizo del jinete y salió corriendo por la plaza buscando afanosamente una salida. Al toro le pusieron cinco varas más. Le tocó lidiarlo a Ángel Pastor, quien se limitó a darle unos pases y de volada a matarlo. Y se repitió el detestable hecho de que el puntillero, desde la barrera, la clavó la puntilla en el cuerpo del animal, y fue cuando se formó lo que ya para entonces era un verdadero conflicto, terminando la corrida en una tempestad. ¡Algo inenarrable! …¡Cómo han cambiado los tiempos! Basta acordarse del bochornoso serial en la Plaza Real de El Puerto de Santa María de la temporada 2004. Los críticos más ponderados le pidieron al empresario señor Arana que no volviese a traer más a esta plaza a Ángel Pastor.

442.2 Cigarrón:

Ricardo Torres Reina (Bombita chico), Regaterín, Rafael y José Gómez Ortega (Joselito) alternaron en Madrid la última vez que vistió de luces Bombita en la Corte, el (19-10-1913). La corrida se celebró a beneficio del Montepío de Toreros, de cuya Institución fue fundador Ricardo. Un verdadero acontecimiento que siempre recordaran los aficionados que asistieron a ella, porque aparte del merecidísimo homenaje que en la misma se le rindió a Ricardo Torres (Bombita), cosechó éste para sí uno de los triunfos más resonantes de toda su vida profesional. Estaba previsto que torearía Juan Belmonte, pero al estar éste lesionado fue sustituido por Regaterín. Bombita estuvo lucidísimo y valiente, recibiendo ovaciones clamorosas del público y el homenaje de los toreros socios del Montepío, que le pasearon en hombros por el ruedo. Sus tres compañeros le brindaron un toro cada uno y le abrazaron cuando mató el quinto de la tarde y último de su vida, cortándole la oreja. El toro era de la ganadería de don Salvador García de la Lama, negro bragado y se llamó Cigarrón. Según las estadísticas que por entonces se publicaron, Bombita toreó durante su actividad taurina 91 novilladas y 692 corridas, matando un total de 1.800 reses.

Una vez que se retiró de los ruedos, Ricardo Torres Reina (Bombita) fijó su residencia en Sevilla, y en esta misma ciudad dejó de existir el (29-11-1936), a los 57 años de edad. La tarde de su despedida iba en su cuadrilla Ángel Sánchez Sañudo (Arriero), picador de toros, nacido en Puerto Príncipe (Cuba) el (*21-03-1878), si bien residió siempre en Puerto Real (Cádiz), falleció en dicha villa el (*19-03-1915), dejando fama de habilidoso y duro en su profesión. En 1900 ya picaba en novilladas de Jerez de la Frontera y en otras plazas gaditanas. Luego marchó a México con el picador José Vega (Arriero), y mientras éste sobrevivió, Ángel Sánchez se apodó Arriero chico. Trabajó mucho en los ruedos mexicanos, entre ellos en el coso San Pedro en la ciudad de Zacatecas, y con la práctica se hizo pronto un varilarguero notable. En 1901 figuraba en la cuadrilla de Ricardo Torres (Bombita), con quien permaneció hasta la retirada de éste el (19-10-1913). Trabajó junto a José Gómez Ortega (Joselito) en la temporada de 1914, y al finalizar este año se retiró a Puerto Real muy quebrantado de salud.

 


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