Toros Notables

Entrega número 83 - (Capuchino)

207.1 Capuchino:

El (17-04-1865) se lidiaron en la antigua plaza de toros de Cádiz, tres toros notables, dos de la ganadería española del duque o marqués de San Lorenzo: Camama, que recibió siete varas (*), derribó siete veces y matando cuatro caballos; y Molinero, que aguantó nueve varas, dio seis caídas, mató cinco caballos y mandó a la enfermería a los picadores Gallardo, Juan Trigo y José Calderón; y Capuchino, de la ganadería española de don Rafael José Barbero –su debut en Madrid fue el (19-09-1851)-, que se acercó 12 veces a los picadores y mató seis caballos, en la desaparecida plaza de toros de la mítica ciudad Cádiz (Andalucía, España).

(*) La lista de los toros notables que recibieron siete varas alcanza la cifra de 47. La inicia el (16-09-1850) el toro, de nombre Ballenato, en el circo madrileño, originando un percance digno de mención: «Salió el cuarto toro, llamado Ballenato, negro azabache, de don Luis María Durán y cuando Puerto le colocaba la séptima vara, casi pegado a las puertas del toril, el astado recargó, elevando el derrote a una altura poco común, y enganchó al picador por la junquera de la armadura de hierro, cerca de la rodilla. De tal modo enganchó el asta, que no podía el animal desasirla de la juntura. En esa disposición llevó arrastrando al jinete hasta los medios, en donde al fin pudo sacar el pitón. El picador sólo sufrió leves contusiones al ser arrastrado, y fue objeto de una ovación de simpatía. El último hasta hoy que cierra la relación es del (02-06-1929), que se lidió en la Plaza de Toros de Valencia, llamado el novillo Calderillo, de pelo cárdeno, de la vacada perteneciente a los hijos de don Eduardo I Miura. Arrancándose de largo tomó siete varas, derribando cuatro veces.

208.2 Capuchino:

El (15-05-1901) hizo su presentación en Madrid, el novillero Manuel González y Buzón, alternando con Manuel Jiménez (Chicuelo) y Camisero, en la muerte de novillos del duque de Veragua XIV y don Antonio Pérez Tabernero. Estoqueó el novillo, de nombre Gitano, berrendo en negro, de Veragua, y a Capuchino, negro, de don Antonio Pérez Tabernero. Su actuación resultó felicísima, dando lugar a varias contratas más.

209.3 Capuchino:

La tarde del (06-06-1909), se lidió en la Monumental de Madrid, Capuchino, de la ganadería española de don Pablo Romero, que resultó excelente. Curiosamente, como ya también se ha repetido, el día en que se lidió el toro, Estornino, castaño claro, ojalao, bragado y con buenas armas, de la ganadería de Arribas Hermanos, lidiado en Madrid el citado día, se portó tan noble y bravamente que el público lo ovacionó en el arrastre. Un diario, al reseñar la corrida, dijo: «Si Miura cuenta en el historial de la casa con un Catalán y un Violeto, y Murube con un Marismeño y un Pajarito, y Pablo Romero un Capuchino y un Camama, los señores Arribas cuentan desde ayer con un Estornino que en nada puede envidiar a tan célebres cornúpetos.»

210.4 Capuchino:

El toro de nombre Capuchino, de la ganadería mexicana de Santín, lidiado en Puebla de los Ángeles (México), sin que conozcamos la fecha, hizo una buena pelea en varas, tomando muchas y arrancándose siempre de largo, en un momento, durante la lidia, lo llamó el vaquero por su nombre y acudió mansamente a él.

211.5 Capuchino:

Manuel González obtuvo en Madrid un éxito apoteósico con la lidia y muerte del toro, de nombre Capuchino, de la ganadería de don Graciliano Pérez-Tabernero, lidiado el (03-06-1948), encastado bicho, descendiente del semental Mesonero, que le proporcionó al diestro sevillano fama y la fortuna. Aunque ya quedó citado el referido semental, con el toro Alcotán, volvemos a recordarlo:

Don Graciliano Pérez-Tabernero, que presentó por primera vez sus toros en la nueva plaza de toros de Madrid el (27-02-1913), se cansó pronto de las antiguas reses heredades de su padre –procedentes de Veragua y Miura- y con el afán de fundar por sí mismo una nueva vacada, pensó en los elementos que, a su juicio, podrían constituir los sillares de la aun embrionaria idea. Estaba por esa época, principios de la década de 1920, en candelero la ganadería del conde de Santa Coloma, derivación completamente pura del árbol de Vistahermosa, que desde la viuda de Muruve hasta el conde, pasando por don Eduardo Ibarra, venía produciendo bravos y dóciles ejemplares, solicitados por los diestros de más fama y aplaudidos por los públicos de toda España.

No tenía ya duda alguna don Graciliano sobre la cantera brava a la que era preciso acudir para crear los cimientos de su nueva ganadería. Madurado el proyecto, cierto conato de incertidumbre se apoderaba a veces del ganadero salmantino, sobre cómo se aclimatarían las reses andaluzas a los páramos charros, del cálido suelo sevillano al duro y frío de Salamanca. Pero las vacilaciones quedaron atrás, pues otras reses andaluzas, mal que bien, habían terminado por adaptarse perfectamente al nuevo medio ecológico.

Y así, un buen día del año 1920, don Graciliano, previamente avisado por el señor Conde, con el que mantenía afectuosas relaciones, emprendió el viaje a la ciudad de la Giralda, iniciándose seguidamente el trato entre los dos colegas. El primero se lo dijo muy explícitamente al con de Santa Coloma: -“Deseo adquirir una punta de hembras de buna nota y dos becerros elegidos en tienta.” La respuesta del segundo no se hizo esperar: -“Los libros están enteramente a su disposición. Escoja lo que mejor le parezca y ahora veremos la prueba de unos cuantos erales, de los que puede reseñar los que más le gsuten.”

Sin obstáculo alguno eligió don Graciliano 130 vacas y dos machos, los que mejor cumplieron en la tienta, llamados Cristalino y Mesonero. Y días más tarde partía el ganado desde Sevilla hacia las dehesas de Matilla de los Caños, donde aquella punta de reses, en el transcurso de un lustro, quedaba convertida en célebre productora de encastados toros de lidia. Puntal firme, base sólida, origen indiscutible de los admirables frutos de la vacada fue, en gran proporción, la sangre de Mesonero. Savia brava y noble transmitida directamente a dieciséis generaciones, y que hoy, inteligentemente encauzada –se decía a finales de la década de 1940, por Areva- prosigue en la mayor pureza a través de los seleccionados descendientes de dicho astado.

De los dieciocho años de su vida, de los que Mesonero ejerció como semental dieciséis primaveras, su función engendradora llegó a la cifra de 1.157 crías, hasta que, achacoso y completamente agotado, murió el extraordinario animal en agosto de 1936. Imposible sería enumerar los animales sobresalientes producidos por Mesonero que pisaron las arenas de los ruedos. Todavía se recuerda al famoso Corchaíto, lidiado por Chicuelo II en Madrid el (24-06-1928); a Nevadito, ganador del toro de Oro, el (23-08-1929), en San Sebastián, y después, a Alcotán, jugado en Barcelona el (08-07-1945), al que se le otorgó la vuelta al ruedo; y al bravísimo Capuchino, corrido el (03-06-1948) en Madrid, que colocó en las alturas al diestros sevillano Manolo González.

Asimismo, las ganaderías de Escobar y Alipio Pérez-Tabernero llevan sangre de Mesonero. Precisamente un hijo de este, llamado Hornero, marcado con el número 17, fue adquirido por don Alipio a su hermano Graciliano en 1933, para semental, murió en octubre de 1947, a los diecinueve años, después de cubrir 15 temporadas. Este toro fue igualmente un ejemplar asombroso, de semejantes condiciones a las de su progenitor. Engendró 1.100 crías, lidiándose como toros 360 ejemplares, de las que se le dio la vuelta al ruedo a 280; cortaron los toreros orejas a 320 astados y un solo bicho sufrió el castigo del fuego, el (27-10-1947), en Valencia. Y, por último, no sabemos si seguirá en el zaguán de la solariega casa de Matilla la arrogante cabeza disecada del viejo Mesonero, orgullo de la ganadería brava.

212.6 Capuchino:

Don Enrique Vila nos dice que muchas veces recordó durante el transcurso de aquella memorable faena de Diego Puerta a Escobero, en la Feria de Abril sevillana de 1960, aquella otra de Manolo González, en Madrid, a un toro de Graciliano Pérez Tabernero, llamado Capuchino, con el que otro gran torero sevillanista se alzó gloriosamente en el toreo de sus días. Capuchino y Escobero fueron para Vila los dos toros no más bravos, sino más fieros, que había visto en su vida. Manolo González le mandó cortar la cabeza al primero, y esa cabeza presidió siempre desde un lugar de honor, la sala de la primera finca que el diestro compró.

213.7 Capuchino:

El (23-03-1975) confirmó su alternativa el diestro mexicano Guillermo Montero, en la plaza México, siendo su padrino Curro Rivera y testigo Mariano Ramos, con Capuchino, de la ganadería zacatecana de don Jesús Cabrera, que lo hirió de gravedad en el muslo izquierdo. Esa tarde, Marino Ramos le cortó una oreja a Gallito.
 


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