Jesús Cuesta Arana
Jesús Cuesta AranaEscultor, pintor y poeta |
09 Noviembre 2016
Semblanza de un torero. Miguel Baez Litri
La herencia de la sangre le pone el remoquete para que no haya variación: El Litri. En claro contraste con su personalidad. Miguel Báez es todo lo contrario, sencillo y sin una gota de huera afectación o ridícula vanidad.
Aunque ve la primera luz mediterránea, en Gandía, se figura siempre en sus mares huelvanos, al soplo y espuma del Atlántico.
El toreo, desde niño. A la par las primeras letras y los primeros pases. Pronto le quema la candela del toro por todo el cuerpo. Novillero apoteósico. Pasión y escalofrío desde el sol a la sombra. Desde que Cagancho –junto a Aparicio– le da los trastos o los avíos toreros, afianza a la vez su forma trágica, templada; de entendimiento y sentido del toreo. El retrato siempre vivo, impasible, que aguanta la embestida en la larga distancia. Honesto de verdad. Lo da todo. El valor como arte y el arte como valor. La imagen siempre grave y seria con toque manoletista. Aunque su estoicismo tenga otra emoción. Alegre y trágico a la vez en armonía de contrarios. La larga sombra de Miguel Báez (El Litri) es luminosa: abuelo, padre (del mismo nombre); Manuel hermano que sucumbe a la tragedia, Miguel, hijo que eleva el prestigio. En fin, una larga estela de sangre, muerte; pero de sublime gloria. Así es el Toreo.
Miguel Báez (El Litri), se acuerda de lo que le da la vida, cuando imprime al toreo, un fondo y trasfondo de cante por derecho. La intuición como expresión. Echa afuera lo que lleva dentro. Como gran artista valiente que es. El tiempo siempre se viste de luces para él. Y lo más grande, es que jamás echa la mirada torcida a nadie. Compañero dentro y fuera de la plaza. Como todos los grandes no tiene muñecos en la cabeza. Vive el toro en el campo y en la plaza con la misma pasión.
Siempre, suena desde los aires infinitos un fandango de Huelva para Miguel Báez (El Litri) y para sus ancestros de sangre torera. Es el mejor premio ¡Ah! Y el revoloteo de las aves sobre los mares de su vida.
Jesús Cuesta Arana