Juan Antonio Polo

Juan Antonio Polo


27 Noviembre 2012

A vuelta con el testigo de alternativa

Aunque el tema había surgido alguna vez al televisarse festejos en los que se concedía o confirmaba una alternativa, personalmente recuerdo la corrida celebrada en Alicante el 20 de junio de 2010, en la que Luis F. Esplá, que llevaba varios meses retirado, reapareció fugazmente al exclusivo fín de conceder la alternativa a su hijo Alejandro, ceremonia que tuvo lugar ante Morante de la Puebla, quien como es costumbre se acercó y permaneció junto a los protagonistas en el momento del intercambio de trastos.

Durante la transmisión de dicha corrida, los comentaristas de Telemadrid, al referirse a la ceremonia y recordar las clásicas fotografías de las alternativas de los toreros de antaño, en las que aparecen exclusivamente el doctorando y el padrino —jamás el testigo—, suscitaron nuevamente el tema de la presencia real del testigo en el momento de la investidura, al tiempo que el propio Joaquín Bernadó, matador de toros comentarista, recordó como el testigo de su alternativa, Julio Aparicio, permaneció entre barreras mientras su padrino, Antonio Bienvenida, le cedió los trastos en la Plaza de Cas-tellón el 4 de marzo de 1956. Sin embargo, no supieron precisar en qué momento los testigos empezaron a actuar como tales, aproximándose al padrino y al doctorando y presenciando in situ la ceremonia.

Según mis datos, la primera alternativa celebrada de esa guisa había sido la que, en presencia de Antonio Ordóñez, confirió el Litri en la plaza de Mérida, el 12 de octubre de 1956, al mejicano José Ramón Tirado, novillero que aquel año había desarrollado en las plazas españolas una espectacular campaña que no supo o no pudo reeditar al año siguiente como matador de toros. Así lo creía y así lo hice constar en la primera versión del presente artículo, publicada en la Revista del Club Taurino de Pamplona correspondiente al 2011. Sin embargo, a tenor de lo leído unos días más tarde en la web de la Plaza Real, de El Puerto de Santa María, resulta que la costumbre en cuestión se había iniciado unas semanas antes, concretamente el 26 de agosto de 1956, en el histórico coso de la citada ciudad, cuando Antonio Ordóñez —ignoro si en forma preconcebida— se plantó junto al Litri en el momento en que éste invistió como matador de toros al novillero jerezano Juan An-tonio Romero.

Lo más curioso —de ahí que pueda hablarse de instauración— es que los citados Litri y Ordóñez, tras reproducir el protocolo de El Puerto en la plaza de Mérida, repitieron la escena 24 y 48 horas más tarde, con ocasión de las alternativas de Jaime Ostos y Chamaco, ceremonias que se celebraron en las plazas de Zaragoza y Monumental de Barcelona, respectivamente, los siguientes días 13 y 14 de octubre del mismo año. El caso es que, sea por la importancia de los protagonistas ─El Litri, Antonio Ordóñez y las cuatro máximas figuras de la novillería del momento─, sea por el hecho de que la innovación se produjera en cuatro plazas de relevancia, la nueva costumbre quedó instaurada y fue inmediatamente consolidada.

En resumen y para que tomen nota los amantes de la liturgia taurina, dejar constancia de que fue Antonio Ordóñez quien, al asistir al Litri y testificar la alternativa de Juan Antonio Romero el 26 de agosto de 1956 en la legendaria plaza de El Puerto de Santa María, fue el primer diestro que tomó parte realmente como testigo en una alternativa en la forma en que habitualmente se viene haciendo hoy día. Y, en todo caso, resaltar que el doctorado de Joaquín Bernadó fue probablemente la última alternativa de importancia celebrada a la antigua usanza.

Juan Antonio Polo
  Novbre. 2012


 




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