María, comenzó como responsable de Prensa de la Plaza Real allá en la época del empresario Justo Ojeda, hasta entonces era la hija del Doctor D. Julio Mendoza, cirujano Jefe de la plaza de El Puerto, hoy María ocupa su lugar por derecho propio en la fiesta siendo una pieza clave para los plumillas y aficionados.

María nos descubrió otro mundo en la información hasta entonces abandonada a su suerte, nos descubrió un dossier que vale su peso en oro, por las horas que lleva implícito, por la paciencia que implica y la información que de él se traduce claramente.

María es eficaz al máximo, siempre lo ha sido, pero en los tiempos que corren más, no por ser más breve esta temporada taurina ha sido menos intensa, ha trabajado incluso en deficientes condiciones de salud, y es capaz de alternar vida personal y social con trabajo en verano, todo un mérito y una odisea, no solo por el trabajo sino por su numerosa familia.

Infinidad de horas refugiada bajo esa piedra centenaria, recorriendo pasillos y recovecos siempre con su característico vaivén, puede parecer que María no está en determinados lugares o sitios y momentos clave casi secretos , en plenas negociaciones arduas cada tarde, pero está acurrucada en su carpeta como si fuese su propio burladero azul, bolígrafo en mano, en silencio siempre.

María después de tantos años vale su peso en oro mucho más por lo que calla y sabe, que por lo que cuenta, si algún día escribe sus memorias temblaran los cimientos del toreo, sobre todo los de nuestra plaza.

Además es capaz de sonreír y ser la cara amable de la fiesta en todo momento, nunca tendrá un mal gesto y si las tensiones del trabajo y del verano los producen, siempre ha sabido reaccionar y tratar de dialogar en todo momento con todos.

María se ocupa de mil quehaceres mundanos y no tan mundanos de la plaza, querida por todos y siempre necesaria para la prensa y aficionados en relación con los festejos, lidia con todo el entramado de la colmena que compone un festejo, con los cuales torea cada tarde mejor y con más arte que Morante.

Nunca dejare de admirar su afición, su capacidad de trabajo, su entusiasmo y energía, su vitalidad y jovialidad con todo. Es una pieza clave que se camufla y torna su físico en la propia plaza siendo una parte más de ella , artífice de verdaderos malabarismos en plena temporada, cuando otros disfrutan del espectáculo ella sigue agazapada en su carpeta.

Su sonrisa franca y abierta, sus ojos almendrados, su tez morena bronceada todo el año, lo mismo te sueltan un taco que te dicen lo que necesitas oír en cada momento, y está a tu lado si la necesitas sin condiciones, sin nada a cambio.

Divertida y menuda, con carácter también, y muy fuerte, que se traduce en personalidad, curiosa e inquieta, si para los toreros su padre fue el ángel de la guarda de la plaza de El Puerto en quirófano, ese capote salvador de vidas, ella es hoy ese otro ángel, para los periodistas y para todo aquel implicado en el espectáculo…ella siempre si está en su mano, tratara de dar soluciones y ayudar,…y si no al menos te escuchará que no es poco.

Olga Pérez