Juan José Zaldivar Ortega
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Juan José Zaldivar OrtegaDr. en Medicina veterinaria y zootecnia |
01 Agosto 2005
!Oh Plaza Real¡ !Qué vergüenza¡
Lo acontecido el pasado domingo en la Plaza Real de El Puerto de Santa María, con el toro Catetón no tiene nombre y podría hacerse una crítica durísima. Pero nunca estará en nuestra mente aprovecharnos de ninguna bochornosa situación. Si por casualidad el toro -protagonista del hecho más singular, por lo inusual, que conmemorará el CXXV aniversario de nuestra emblemática plaza, a falta de publicar un libro que ha quedado en manos de la dirección de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, que hubiera sido lo que nuestra historia taurina merece-, no hubiese entrado al ruedo en medio de la confusión el valiente picador, aún seguiríamos en la Plaza.
Sin embargo -¡ Oh Plaza Real ! ¡ qué vergüenza !-, en el ruedo nadie sabía lo que hacer y es cuando viene a pelo lo que hoy pretendemos decir, mientras Catetón -que hizo catetos a un importante sector de la plaza-, campeaba a sus anchas con su deficiente vista tan desparramada como reparada. El presidente jamás se había visto en otra y El Fandi, como los restantes diestros, tampoco. El ganadero debe sentirse tan sin culpa como satisfecho pues en sus dos corridas aportó toda la rica gama de los diferentes caracteres e inconvenientes serios que pueden presentar los toros de lidia, que van, desde el indultado Almansito, hasta el incalificable Catetón.
Dr. en veterinaria D. Juan josé Zaldiivar. Para los que hemos dedicado la vida al estudio de la conducta de los toros y a sus problemas visuales (1) las tres horas de la tarde del domingo fueron un suculento banquete. Gracias, ganadero… y pondero su suerte de que tiene en su vacada mucha tela de genes bravos, nobles y desechos para cortar.
Y lo que precisamente queremos decir es que ya hace ya más medio siglo que quien nació en Puerto Real, estudió Medicina Veterinaria y Zootecnia en Córdoba, se casó y vive jubilado actualmente en El Puerto, empleó muchos años de su vida a estudiar, investigar y lograr poner al servicio de los toros bravos procedimientos que, tras dominar científicamente la bravura, permitieran los más eficientes fines prácticos. Con medio centímetro cúbico de una sustancia miorrelajante, inyectada a distancia, sin peligro para nadie, en el plazo de unos minutos, el toro hubiese sido sometido y evitado serios peligros para la vida de los diestros.
Más de un aficionado debió pensar en ese relativamente moderno procedimiento de dominar los toros sin peligro alguno, ya que desde hace milenios sigue siendo usado por numerosas tribus de América Central y del Sur, bajo la forma de curare embadurnado en las saetas de sus flechas para paralizar a sus enemigos. ¿Qué espera la persona responsable a nivel municipal, el ganadero o el empresario para disponer de un equipo de inyecciones a distancia? Porque Almancito también puede curarse mediante inyecciones de antibióticos a distancia y otras sustancias terapéuticas, sin necesidad de hacerle caminar con su columna vertebral dañada por la impresionante voltereta, para curarle.
Y, por último, recuerdo a los visitantes de Laplazareal.net, que Diario de Cádiz, publicó en exclusiva los últimos avances científico-prácticos en ese sentido-, que en su nº 33.099, del sábado (29-01-1966), sacó ya a la luz los procedimientos técnicos más avanzados para que en la Plaza Real no se hubiese vivido innecesariamente la más aguda y generalizada incertidumbre. Un año después, concretamente, el (24-07-1967), fuimos invitados por “Medusa”, Agrupación Cultural Portuense, a dar un conferencia, titulada “La técnica moderna aplicada al toro de lidia”, en la que se volvieron a exponerse los mismos eficientes procedimientos. Al parecer todo se ha olvidado.
(1) Tras la firma del reciente documento por el que ha quedado hermano El Foro Taurino Cultural de Cartagena y su Región con la Fundación Cultural “Paco Flores”, la primera acción cultural será la publicación en aquella ciudad fenicia del libro “Las jechuras y el carácter de los toros bravos”, en el que se describen, entre otros capítulos, el de los problemas de visión en los toros.
Juan José Zaldivar Ortega
1 agosto 2005

