La espera ha merecido la pena, ha sido una larga travesía por el desierto, para él por sus sempiternos problemas de cabeza y para los que profesamos la religión del "Morantismo".

Han sido meses muy largos, de muchas dudas, sin saber si el Maestro volvería a vestirse de luces, algunos ya dudábamos si nos habíamos quedado sin el genio más grande que ha dado la tauromaquia en los últimos 50 años.

Ayer volvió a Santander. ¡Y como ha vuelto Morante, Dios mío! ¡Cuanto le echábamos de menos!

Ha vuelto el duende, las musas, el "quejio", el pellizco, el toreo caro, el que pone de acuerdo a todos los aficionados, el de la escuela sevillana, el del pasarse el toro por la faja, el de las muñecas de seda, ese toreo puro, sin "ojana", el que soñamos ver cada tarde que nos acercamos a ver al torero cigarrero, el del "ole" y no el del "oooleee".

Ayer vimos la enésima lección de toreria de José Antonio Morante Camacho, se que todos los días no serán de vino y rosas, pero yo prefiero comer un día jamón del que pica y no todos los días jamón del blanco y ayer degusté de nuevo el mejor pata negra. Se que las cañas más pronto que tarde se volverán lanzas y ¿que?

Hoy estamos de enhorabuena, el Dios del toreo ha vuelto.

Que suerte ser de Morante y todos los días le doy gracias a Dios y a mi "mare" por parirme "morantista".
Te esperamos en la Plaza Real.

Juan M Quiros