Jose Manuel Femenia Martín

Jose Manuel Femenia Martín

Aficionado

27 Diciembre 2023

El mejor “Paseíllo” del mundo.

 

El mejor paseíllo del mundo no se hacía en ningún coso taurino, ni siquiera en nuestra adorada Plaza Real, el mejor paseíllo se representaba en una cafetería que llevaba el mismo nombre: Cafetería El Paseíllo, regentada por el amigo Paco Moreno.


Al decir amigo, muchas veces no nos damos cuenta lo que engloba esa bella palabra, y la solemos utilizar por rutina, quitando la importancia que tiene, y es por eso que la palabra que abarca la amistad más pura, queda vacua, inclusive baladí por ese mal uso. Pero Paco Moreno si era un amigo de verdad, con mayúsculas, que siempre defendió los toros. Y aunque se le tachó a veces de persona hosca, eso fue porque defendió sus ideas hasta el final, y había que conocerlo bien para saber que tenía el corazón más grande del mundo.


¡Se nos ha ido un Torero! No de capa y espada, sino de bandeja y trapo en el hombro. Un currante como pocos. Si el Paseíllo hubiese sido un hospital, aquel señero local hubiera sido sin duda alguna una planta de maternidad, porque Paco Moreno parió más aficionados que nadie en el mundo. Además de los profesionales que vistieron el terno de luces, incluyendo claro está a los más destacados toreros, como a toreros de plata y picadores, en la cafetería también se juntaban ganaderos, mozos de espadas, los encargados de los toriles, los mulilleros de los caballos de arrastre, los operarios de la plaza de toros, presidentes, prensa, empresarios, aficionados y un sin fin de curiosos que rodea el planeta de los toros para disfrutar de esa icónica cafetería.


Todos tenían su hueco allí, pues El Paseíllo era un santuario de peregrinación taurina, era además un museo gratuito, una biblioteca pública con miles de documentos y fotos de la historia de la tauromaquia. Incluso Paco solía instruir a personas legas en materia taurina. Recuerdo un guiri que venía por allí las tardes de toros, y gracias a las ilustraciones de Paco y a su paciencia, el extranjero acabó tragándose todo el ciclo isidril por televisión en aquella cafetería. Paco siempre defendió su sapiencia y conocimientos del toro ante otras opiniones, cosa que le valió alguna crítica, pero siempre murió con las botas puestas.


Paco Moreno fue mucho más que un simple aficionado; además de erudito en materia taurina, pues todos los taurinos en caso de duda recurríamos a él, nuestro querido amigo fundó la peña tertulia La Garrocha, con una revista que ilustraba sobre toros de todas las épocas. Fue pionero en otorgar premios taurinos, estuvo en el programa local radiofónico promocionando la fiesta nacional; cuando existía la televisión municipal, también fue llamado varias veces para conocer sus opiniones, que no dejaban indiferente a nadie.

 

Montó novilladas en el Poblado de Doña Blanca para los que comenzaban en este maravilloso sueño del toreo. Colaboró con el festival de Apadeni. Cuando llegaba la temporada taurina portuense, los mentideros y corrillos taurinos no se hacían esperar en su establecimiento, pues gracias a sus fuentes e influencias, Paco siempre conocía los carteles antes de la esperada presentación. Muchos no lo sabrán, pero Paco estuvo varios años palpando el toreo al pie del cañón, pues fue chófer y ayuda de nada más y nada menos que el maestro Rafael de Paula, y también mozo de espadas de algunos novilleros locales.


Los días de toros, El Paseíllo pasaba de ser templo de la tauromaquia a catedral. La cafetería se ponía hasta la bola, un hervidero de aficionados, uno de esos días de no hay billetes. Tanto el interior del local, decorado para la ocasión, como los exteriores del establecimiento, se hallaban atestados de seguidores taurinos que con copa larga disfrutaban del previo de la corrida de toros. Tertulias, coloquios y conversaciones acerca de los toreros y ganado bravo que participarían en el festejo era toda una tradición, llenando de emoción ese previo.

 

Y al concluir la corrida de toros, de nuevo los más allegados volvíamos a la querencia de El Paseíllo para debatir y opinar sobre lo ocurrido en el Coso Real portuense. Por todo ello se podría decir sin miedo a equivocarnos, que Paco Moreno homenajeaba con creces de aquella famosa y ya sabida frase que se halla grabada en un azulejo sito en la plaza de toros pronunciadas por “Gallito”, el Rey de los Toreros, dedicada a nuestra torera tierra portuense.


Cuando nuestro querido Paco sufrió la primera cornada de esta injusta vida, pudo lidiarla, pero le quedaron graves secuelas, y por eso tuvo que penosamente echar el cierre a ese negocio que tanto le había costado construir con tesón, esfuerzo, sacrificio y trabajo llamado Cafetería El Paseíllo. Debido a ese hecho Paco Moreno dejó muchos huerfanitos: a sus clientes. De nuevo la vida con iniquidad le atacó a traición con otra cornada, esta vez fue mortal, dejando viuda y huérfanos de verdad; su esposa Mariló y sus hijos Paula y Carlos.

 

Hoy mi humilde pluma llora tinta por un gran amigo, un hombre íntegro y trabajador; solamente queda esperar que cuando su Morante haga este año algún paseíllo en algunos cosos taurinos, Paco se asome al pórtico de la gloria, y desde la divina providencia disfrute del toreo, y que de reojo mire al tendido para ver allí a sus amigos sentados, pensado siempre en él, y disfrutando de lo que tanto nos enseñó del mundo de los toros. Lo reitero: ¡Se nos ha ido un Torero!

 

 




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