Corría el mes de julio del 2016, enfundado en un precioso terno verde macarena y oro, acartelado con Pablo Aguado y Alfonso Cadaval, en esa tarde del verano portuense conocí a Daniel Crespo torero, hubo algo que me llamó la atención en él, a pesar de compartir cartel con dos de las figuras de aquellos años, vi cosas en el que me hizo emocionarme, no fue un éxito rotundo, en absoluto lo fue, fue una áspera corrida de Peñajara que no se presentó mucho al lucimiento, pero Dani dio el callo y no se amedrentó.

Desde entonces lo he seguido, lo conocí poco a poco, ya no como torero, sino como persona, quizás me ciegue mi amistad por él, pero siempre aposté por su talento y por su mano izquierda, hay una frase que siempre le he dicho y se la he recalcado, "Dani en tu mano izquierda tienes un cortijo" y él siempre me decía que era un exagerado. No, no lo era, yo me percaté de que ese niño tenía algo especial, algunos me llamaron loco, otros de ser "crespista", tal vez fuese un loco, pero yo sabía que más pronto que tarde llegaría su momento.

Y no, no han sido años fáciles, la pandemia rompió en seco su posible confirmación, toreó poco en esos años. En Linares trenzó dos paseíllos, el primero en la explosión de Juan Ortega, en dicha corrida no tuvo suerte con el ganado, el siguiente año las cosas no salieron bien, fue la tarde del rabo de Morante en el coso linarense, en la misma fecha del aniversario de la muerte del genial Manolete, ese día conocí la parte amarga del toreo, la del hombre triste y hundido al que no le salieron las cosas como él quería. Ahí vi, en su habitación del hotel, a un hombre triste, roto y apesadumbrado, el traje de luces en la bañera como fiel testigo, no supe que decirle, le abracé y le dije que los caminos del Señor no son los nuestros.

A partir de ahí no fueron tiempos de vino y rosas, fueron tiempos de caminar por el desierto, en los que imagino que hubo momentos de tirar la toalla. Solo una corrida el pasado año, un toro de Pedraza de Yeltes en la Bayona francesa, un auténtico tío, una buena faena que sirvió para bien poco, mejor dicho, para nada.

Hasta que este año Carlos Zúñiga y su Circuito taurino tuvo a bien colocarlo en esta temporada, en el cartel estrella, una papeleta, pocos confiaban en él, tal vez su familia y esos amigos que nunca perdimos la esperanza.

Llegó el día 5, estrenando un precioso traje sangre de toro y oro y gracias a Dios cambió la moneda, una primera faena aseada con una oreja quizás algo benevolente, pero en el sexto llegó su momento, una faena antológica, de muchos quilates, en la cual puso a toda la afición de acuerdo, con un final de faena muy amorantado, de frente, la muleta plegada en la izquierda y cruzándose al pitón contrario, sublime salieron esos naturales con la rúbrica de un espadazo hasta la bola en la que recibió las dos orejas y la ansiada sustitución por Morante.

No fue la de ayer una tarde fácil, una mansada del Puerto y de la Ventana, una corrida justa de presentación, con toros rajados, abantos y falta de raza, hasta que salió el sexto, tampoco fue un desecho de virtudes, pero ahí Dani se puso en el sitio. Tragó quina y poco a poco fue metiendo al toro y al público en el canasto, no fue la faena perfecta, pero en ese toro nos dio la dimensión de torero que es Daniel Crespo, poderoso, valiente y demostrando que quiere ser figura en este difícil mundo del toro.

A ver si ahora hay alguien que confíe en él y le de el sitio que merece. Tenemos un torero de altos vuelos con una mano izquierda que vale más de un cortijo.

Posdata, quiero romper una lanza en favor de la presidencia, hoy el presidente estuvo a la altura de nuestra plaza, la Plaza Real de El Puerto de Santa María.