Sergio Pérez Aragón
Sergio Pérez AragónCronista taurino |
11 Junio 2021
Rafael Ortega: cien años del toreo puro (II)
El 10 de julio del 66 reaparece en el Puerto de Santa María con lleno de “no hay billetes”. El 20 de abril del 67, en su última tarde abrileña, corta sendas orejas a un toro de Pallarés y otro de García Barroso. Aquel mismo año, en el festejo del Día del Corpus de Madrid llevó a cabo una de las faenas más puras vistas en esta plaza a un toro de Miguel Higuero, premiada como la faena de la feria, la que pasaría a segundo plano en los titulares del día siguiente por el plante de Curro Romero a torear y matar a su segundo toro. Aquella misma temporada en el mes de octubre toreó cinco tardes en la Monumental de Barcelona, sufriendo en la última una grave cornada que le mermó el riego de la pierna izquierda para el resto de sus días. Sus 47 años de edad, las secuelas de aquel percance y las 28 que le antecedieron, provocaron su retirada definitiva el 24 de septiembre del 68 en Écija junto al “Cordobés” y Paula. Aquella temporada había actuado ocho tardes.
A partir de entonces algún que otro festival, hasta el último en Jerez a beneficio de AFANAS el 16 de marzo de 1985 para el que se preparó mental y físicamente, en el que cortaba con gran éxito dos orejas y rabo. Fue feliz junto a su esposa Pepita Camacho y sus siete hijos hasta que un cáncer hepático se lo llevó el 18 de diciembre de 1997 en su casa de Cádiz tras permanecer tres meses ingresado.
De fuerte inspiración rondeña, su toreo era pureza y verdad, todo un clásico. Su físico, poco propicio en su constitución, le imprimía hondura, profundad y cadencia en sus movimientos. El secreto, adelantar el engaño y dejar caer el peso de su cuerpo sobre la pierna contraria, cargando la suerte tanto de capote como de muleta siempre de frente y en rectitud. Fue su don el de la estocada, sencillamente extraordinario al volapié y cuando alguna vez lo hacía recibiendo remataba con un pase de pecho. Ambas ejecutadas generalmente en la suerte natural. Su teoría: “la mano derecha tiene que ir en el corazón y tú tienes que hacer que el toro venga a comerte la mano izquierda, que te coja la mano con la boca y te la llene de baba”. A los buenos aficionados jamás les importó que pinchara un toro, así decían poder verle de nuevo interpretar su particular suerte de matar. De haber nacido en otra época, donde la suerte suprema era la absoluta protagonista de la fiesta, hubiese sido primera figura indiscutible.
Antonio Chenel “Antoñete” dijo: “El torero que más me ha impresionado ha sido “Manolete”, el que más me ha gustado Rafael Ortega, a quien considero además el torero más completo y el que ha toreado con mayor pureza”. Antonio Ordóñez: “Es el mejor que ha toreado de todos nosotros”. Otros compañeros también le valoraron como maestro de maestros, siempre con respeto, aprecio y admiración como Pepe Luis Vázquez, Manolo González, Manolo Vázquez, Julio Aparicio o Curro Vázquez.
El Premio Cervantes 2004, Rafael Sánchez Ferlosio, escribió tres artículos en 1980 en el Diario 16 titulados “El As de Espadas”, donde llamaba al ángulo que su figura y su estoque formaban a la hora de matar el “inmortal”, y parodiando una frase de Rafael Guerra “Guerrita” decía:”……con la espada en los últimos 30 años el primero Rafael Ortega después nadie, y después de nadie, media docena de buenos estoqueadores”.
Domingo González “Dominguín”, padre de Luis Miguel Dominguín, suegro de Antonio Ordoñez y apoderado de Rafael Ortega, se expresó en estos términos: “Este es mi hijo, este es mi yerno y ese es el torero”.
El “Rubio Torero”, llamado también “el Tesoro de la Isla”, fue director de la primera Escuela Taurina de la Diputación de Cádiz en 1985, la misma que le otorgó la Placa de Plata de la Provincia. Por su docencia pasaron matadores de toros de la categoría de “Paquirri”, Ruiz Miguel, Antonio José Galán, “Riverita”, Galloso, Francisco Núñez “Currillo”, Antonio Lozano, “Jesulín”, Domingo Valderrama o Padilla, entre otros. Desde 2014 la Escuela Municipal de Tauromaquia de San Fernando pasó a denominarse Asociación Cultural Taurina “Rafael Ortega”.
“El Tesoro de la Isla” también da nombre a un pasodoble escrito en su honor, en la década de los 80, por el compositor isleño José González García publicado el pasado día 4 de junio con motivo de su centenario.
Su libro de cabecera “El Toreo Puro”, de obligada lectura para cualquier aficionado, con prólogo de Ángel Fernando Mayo, corto, pero intenso, es toda una referencia también para profesionales que disfrutan con la auténtica verdad de este arte. Todo un torero, sin duda de época, cuyo arte no fue valorado en su momento y que sí lo hacen generaciones posteriores.
Entre otras pocas figuras del toreo, Rafael Ortega cuenta desde el año 2008 con un azulejo en la Plaza de las Ventas donde reza el siguiente texto “RAFAEL ORTEGA DOMÍNGUEZ, EN ESTA PLAZA RINDIÓ CULTO A LA PUREZA DEL TORERO CON SU VERÓNICA, EL
Sergio Pérez AragónPASE NATURAL Y LA ESTOCADA DE LEY. CENTRO DE ASUNTOS TAURINOS. OCTUBRE 2008”.
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