Sergio Pérez Aragón

Sergio Pérez Aragón

Cronista taurino

07 Septiembre 2020

Manolete, el Monstruo (I)

Su tío abuelo fue el matador de toros José Dámaso Rodríguez “Pepete”,  que muere por cogida de un Miura en 1862, su abuelo que ya se apodaba Manolete fue banderillero y su tío José Rodríguez “Bebe Chico” matador de toros. Dª. Angustias Sánchez, su madre, había estado casada en primera nupcias con Rafael Molina “Lagartijo Chico”, hijo del peón de brega Juan Molina y sobrino del gran Rafael Molina “Lagartijo”. De este matrimonio nacerían tres hijos: Dolores, Angustias y un barón que con cuatro años fallece en accidente doméstico. Tras siete años de matrimonio, en 1910, queda viuda y vuelve a contraer matrimonio con Manuel Rodríguez Sánchez, banderillero que fue de su primer esposo, con cierta proyección de novillero que perteneció a una importante cuadrilla de niños toreros junto a Lagartijo Chico y Machaquito, para tomar la alternativa y tener cierto cartel durante un tiempo con la peculiaridad de torear con gafas graduadas apodándose Manolete. También murió joven, con 39 años, dejando huérfanos, además de a sus hijastras, a Soledad, Teresa, Ángela y Manuel, único barón que contaba 5 años de edad a quien apenas llegó a conocer.

 

 

Manuel Laureano Rodríguez Sánchez nació en Córdoba el 4 de julio de 1917 a la 1:30 de la madrugada en la calle Conde de Torres Cabrera y bautizado en la Iglesia de San Miguel. En vista a sus antecedentes familiares a nadie le extrañó que Manolo de muy joven decidiera encauzar su vida en el mundo del toro hasta el punto de ingresar como alumno interno en los Salesianos de Córdoba debido a sus múltiples escapadas al campo. Su destino estaba cantado y pronto dejó los libros para dar sus primeros capotazos en el cortijo el Lobato en la Finca “Córdoba la Vieja”. Perteneció a la Escuela Taurina de Montilla, debutando de corto en aquella localidad en 1929. En la temporada del 30 recibe su bautismo de sangre en la finca donde se hizo torero, empitonado por una becerra al simular una estocada, lo que pudo ser un presagio a la vista de su final. Recibió aquellas primeras atenciones de quien iba a ser su padrino de confirmación, Marcial Lalanda. En Arles debuta de luces en la parte seria del espectáculo cómico-taurino-musical “Los Califas”, recorriendo distintas plazas españolas y francesas. En 1933 torea en Cabra, comparte cartel con Juanita Cruz el Domingo de Resurrección, y en Los Tejares por primera vez el 12 de agosto en festejo organizado por el único apoderado que tuvo a lo largo de su carrera, José Flores “Camará”, repitiendo el 1 de octubre. En la madrileña plaza de Tetuán de las Victorias su estreno con caballos y en la capital el 1 de mayo del año 35. Anunciado por error como Ángel Rodríguez “Manolete”, causa buena impresión y repite el 25 del mismo mes. Las temporadas del 36 y 37, en plena Guerra Civil y alistado en Artillería del bando nacional, las salva con 26 festivales patrióticos principalmente en la provincia de Córdoba. Su primer paseíllo en la Maestranza de Sevilla fue el 26 de mayo del 38 con gran éxito por lo que es nuevamente anunciado el 5 de junio y el 9 de octubre. Ya en la posguerra, se despide el 25 de junio como novillero en el Puerto de Santa María, doctorándose en Sevilla el 2 de julio de manos de Manuel Jiménez “Chicuelo” con Gitanillo de Triana como testigo, también presente en Linares el día de la tragedia. El toro era de la ganadería de Clemente Tassara, de nombre Comunista que por circunstancias obvias fue sustituido por el de Mirador al que le corta las dos orejas. Aquella temporada la cierra con 50 festejos, un número elevado teniendo en cuenta la escasez de corridas que entonces tenían lugar, su bisoñez y la calidad de los diestros que le acompañan aquellas tardes como Nicanor Villalta, Marcial Lalanda, Chicuelo o Domingo Ortega, quien para mantener su supremacía rehusa el enfrentamiento con el cordobés.

 

 Manolete confirma el día de la Hispanidad del 39 en corrida de la Beneficencia, a la vez que lo hace Juan Belmonte Campoy, con Lalanda de padrino frente a toros de Antonio Pérez abriendo cartel Juan Belmonte a caballo. Cerró temporada con sólo 5 festejos. La temporada siguiente, con medio centenar de tardes, se empieza a perfilar como aspirante a figura dando la talla en las primeras plazas del país y cuatro tardes en Madrid. El mismo nivel en el 41. En la del 42, en Santander, recibe la cornada de espejo en su mejilla izquierda. La del 43 con tres triunfos en Madrid le catapultan al título de “IV Califa del Toreo Cordobés” y el apelativo de “Monstruo”, que le otorga el crítico taurino jienense Ricardo García “K-Hito”. Aquella corrida era del Conde de la Corte, ya había cortado Manolete dos orejas y rabo cuando le brinda al crítico su segundo, al que también le corta los máximos trofeos. En la vuelta al ruedo le arroja un blog de notas donde había escrito en la primera página la palabra “Monstruo”, título de la posterior crónica que a partir de entonces permanece para siempre en la jerga taurina definiendo al cordobés. Había nacido un héroe nacional y personaje de referencia en todos los estamentos sociales donde con frecuencia requieren su presencia. En 1944 torea 92 tardes. Aquel año, en la Corrida de la Prensa en Madrid el 6 de julio hizo la faena más completa de su carrera artística a un toro de Pinto Barreiro de nombre Ratón. A partir del 45 la supremacía que mantiene en los ruedos frente al toro y en los despachos provoca una mayor exigencia por parte de los públicos, por aquel entonces cobra 150 mil pesetas por festejo, todo un dineral para la época, que llegó hasta las 250 mil es sus últimos años que hizo incrementar el precio de las entradas.

 

Una vez finaliza temporada por los ruedos nacionales embarca en el “Marqués de Comillas” para hacer sus primeras Américas. Con extraordinaria expectación confirma en México el 10 de diciembre en la plaza de toros el Toreo de la Condesa de manos de Silverio Pérez, es cogido por su segundo al que le corta una oreja que recibe en la enfermería. Aquella temporada nació una gran competencia y a la vez amistad con el número uno de América, Carlos Arruza. En México se reunió en una comida con los exiliados republicanos, entre ellos con el líder socialista Indalecio Prieto, gran admirador del toreo quien siempre mantuvo en un lugar preferente de su despacho la foto con el diestro y del que llegó a decir “desde Hernán Cortés, Manolete ha sido el único que ha hecho algo importante en México”. Intervino en 39 festejos entre el invierno y la primavera de aquel año del 46, incluyendo plazas de Colombia, Venezuela y Perú. El 5 de febrero, junto a Luís Castro “el Soldado” y Luís Procura, inaugura la Monumental de México, de la que dijeron fue en parte “culpable” de su construcción y del extraordinario tamaño. Cortó la primera oreja en el coso y dio la segunda vuelta al ruedo tras la de la bendición por parte del Arzobispo de México Dr. Luis María Martínez. Vuelve a España para torear un solo festejo, en junio la corrida de Beneficencia. El resto del año lo pasó con el gran amor de su vida, Lupe Sino, en Fuentelaencina (Guadalajara) para regresar a América donde sin duda se encontraban más liberados.Por entonces, los viajes en pareja no eran bien entendidos por lo que se llegó a especular que aquel viaje era de novios tras una boda en secreto.

 

La temporada del 47 la comienza en distintos festejos por México y Perú, la española más tarde y visiblemente cansado. En la corrida de la Beneficencia del 16 de junio fue cogido en Madrid por un toro de Bohórquez, al que mató a pesar de estar herido y desoreja por partida doble. Fue su último festejo en la capital, pero no en el resto del país, sobre todo por el norte de la península frente a jóvenes toreros y a un público cada vez más exigente. Recién llegado a Madrid de una corrida en Santander, Manolete coge su propio coche para viajar a Linares donde tiene toros al día siguiente. Pocos días antes el Doctor Marañón, en San Sebastián, le aconsejaba no torear más esa temporada al sufrir una incipiente neurosis. 

 
Sergio Pérez Aragón
 

Próximo: Manolete, la tragedia (II)     




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