Sergio Pérez Aragón

Sergio Pérez Aragón

Cronista taurino

31 Diciembre 2018

A las cinco en sombra de la tarde se nos fue El Maestro Emilio Oliva Fornell

“Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte a las cinco de la tarde”.

Con estas bellas estrofas mundialmente conocidas, a las cinco de la tarde el párroco de San Telmo daba comienzo la misa corpore in sepulto por El Maestro Emilio Oliva Fornell.

Su carrera artística todos la conocemos, desgraciadamente más notoria por sus encuentros con la muerte que por sus éxitos en el ruedo, que los tuvo, en el Puerto, Cádiz o en las Ventas, lo que no pueden contar trayectorias más longevas. Pero sin duda, sus mayores puertas grandes fueron en su pueblo, en Chiclana, a la altura del Pájaro donde de esta forma le recibían toda vez que el héroe regresaba a casa cumplida la batalla.

Nunca mantuve con él una larga conversación, pero siempre me cayó bien, más que bien, seguro que no sabía ni mi nombre, creo que me decía “tito”, imagino que una muletilla lingüística para cuando no sabes el nombre de alguien, pero daba igual, su forma de estrecharte la mano, de su mirada franca, de nunca evitar el saludo eran muestra de su figura como persona. Jamás escuché a nadie decir nada en contra del Maestro, y mira que es difícil en una Escuela donde las actuaciones de sus alumnos son escasas y la competencia grande. Respetó y por tanto le respetaban. Su entrega a la Escuela no tuvo límites a pesar del ninguneo por parte del alcalde chiclanero quien en su cara, y la mía, un día siendo candidato le prometió su falso apoyo.

Seguramente mis palabras no estén a la altura del Maestro, afortunadamente nada que ver con las del pater oficiante del sepelio, todo corazón y todo verdad emocionando a los feligreses antes, durante y después de la homilía.

No faltaron compañeros de escalafón, que ruego me perdonen si no les nombro por olvidar alguno, de docencia, antiguos y jóvenes alumnos, y sobre todo su pueblo entregado a su torero pero sobre todo a una gran persona que nada tuvo para él.

Repleto hasta la bandera el tendido de San Telmo, a hombros de sus hijos, familiares, alumnos, amigos y aficionados su última salida a hombros y paseíllo por su barrio donde no faltaron los gritos de ¡Torero! y hasta alguna gorrilla volando en su honor y gloria. Grande Emilio Oliva Fornell, por excelencia y para siempre El Maestro que se nos fue ¡cuando eran las cinco en sombra de la tarde!

Sergio Pérez Aragón

  Puro Oliva




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