Olga Pérez Puyana
Olga Pérez PuyanaLicenciada en Derecho, cronista taurino colaboradora de diversos medios y ex-presidenta de la plaza de toros de El Puerto. |
19 Noviembre 2016
Celso Ortega corazón de campeón
Nunca nos gustaría tener que vivir esos momentos tan duros como son las puertas de la plaza abiertas en jornadas para nada taurinas, para despedir a uno de los nuestros, sobre todo los que cambian, por maldito destino, la seda que no por el percal, sino por la luz infinita.
De alguna manera el ruedo se hace más húmedo, más espeso por las lagrimas de nuestra vieja plaza que llora la pérdida de un hombre de luces que se torna a hombre de luz, el viejo coso más solemne que nunca, solo alberga el silencio que rompen los pasos arrastrando la pena, de quienes llevan a hombros a nuestro torero local.
Las lagrimas de nuestra reina se hacen más graves porque dentro de nuestros corazones queda el pesar y la rabia de no haber abierto más recientemente Celso en vida, esas puertas del dintel de la numero cincuenta y nueve con la que sueñan hasta el ultimo día de sus vidas los toreros y más los de la ciudad, por insensibilidades y sin sentidos empresariales.
Todos fuimos testigos del sueño eterno y justo de haber celebrado por todo lo alto en ese mismo coso sus años alternativa, pero ya no quedan empresarios románticos que atiendan esa felicidad infinita que hubiésemos compartido todos como lo hicimos en una jornada campera junto a él.
Recordamos cuando sale entre vítores de torero, que desgarran la piel, que lo fue desde muy pequeño, joven alternativado, fue un verdadero apasionado precoz que hacía de su vida el toro, con desproporcionada afición, desmesurada, incalculable… y un toreo de maneras puras, firmes, de pundonor y entrega, sensato y sincero como son los hombres de bien, envuelto en ese eterno romanticismo que desprenden los toreros clásicos.
Luchó por el toro, como no merece ni esta ni ninguna profesión, dando su vida siempre por y para ello, entregado al campo, y vinculado siempre a él hasta el último minuto de su vida, siempre elaborando planes y proyectos, con la mentalización siempre a punto, y envenenado de ese amor por la profesión que, algunos incluso viéndolo desde dentro de la fiesta, no llegaremos jamás a entender.
Despedimos a un campeón cuyo corazón planchaba muletas ante el toro y exponía siempre sus muslos, un corazón que pulseo las satisfacciones de esta injusta pero mágica y eterna profesión, pero también los sinsabores de la dura competitividad y los vaivenes del destino, trágico incluso que paró el reloj vital a alguien que derrochaba vitalidad.
Adiós Celso…adiós a un corazón de campeón, que incluso desde la despedida somos conscientes que estarás organizando tus proyectos y agregando números a tu lista de contactos taurinos que nunca tendrá fin...
Olga Pérez Puyana