Olga Pérez Puyana
Olga Pérez PuyanaLicenciada en Derecho, cronista taurino colaboradora de diversos medios y ex-presidenta de la plaza de toros de El Puerto. |
30 Julio 2015
Campocálido
El pasado domingo se celebró un festival en el cual se dieron cita un buen ramillete de toreros locales provinciales que además de estar entretenidos nos dejaron ver claramente que mal repartida y que injusta es la fiesta en todos sus casos.
La localidad de Campofrío celebró un festival de toreros que por motivos más que de peso han tenido que abandonar todo ellos su tierra para abrirse camino fuera de nuestras fronteras, en aires iberoamericanos con todo lo que ello implica, la dureza de un viaje largo, condiciones taurinas extremas y un esfuerzo personal de abandono de sus familias y amigos buscando la lucha de un sueño, el dorado albero y el dorado de unos vestidos que en España se enfundan poco o demasiado poco para lo que a ellos les gustaría .
Todos ellos tuvieron y tienen momentos claves en sus vidas taurinas y el destino y las injusticias del mundo del toro les ha ido cerrando o mejor dicho entre cerrando algunas puertas al margen de sus enormes cualidades y de sus aficiones sin límites, ellos nunca han cesado de entrenar intensamente más que sobradamente preparados , su mente y su físico siempre al límite y sin desfallecer , por su parte siempre ha sido todo carne en el asador , y la respuesta que han obtenido ha sido injusta a todas luces , nunca mejor dicho.
No es justo y en el ruedo anduvieron como perros de presa, agotando al máximo las embestidas de sus ejemplares, exprimiendo hasta el último minuto de las vidas de sus oponentes en el albero que les había posibilitado esa oportunidad, y soñando con que esas puertas se abran y se les permitía desarrollar lo que llevan dentro y que pugna por salir.
Hubo un momento muy hermoso de un brindis de Octavio Chacón que se trata de uno de los jóvenes a los que me refiero a sus compañeros , entre ellos Jesulí de Torrecera y Alejandro Morilla , junto a Manuel Ocaña, Manuel Ponce y Carlos Ruíz , en ese brindis con el cañero les dedicó precisamente lo que todos estábamos sintiendo en ese momento y nos llevó hasta esa pequeña y remota localidad, ánimo y aliento en sus luchas, nada fáciles y que son el batallear con molinos de viento ante los grandes y todopoderosos grupos empresariales taurinos que les dan incomprensiblemente la espala a todo aquel que pretende abrirse camino taurinamente y personalmente.
Solo con la espada y la muleta tienen el derecho de la reivindicación de lo que les corresponde por derecho propio, una lucha en un mundo cada vez más cerrado y que no deja cada vez más opción que la de seguir batalleando con la afición, la incomprensión y la injusticia , eso sí, plagada de afición…sin límites.
Olga Pérez