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Oreja para Juan Pablo y mitin de Morante en Aguascalientes

Juan Pablo paseó la única oreja de la tarde

Oreja para Juan Pablo y mitin de Morante en Aguascalientes

03 Noviembre 2013

Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Primera Corrida de Calaveras. Tres cuartos de entrada en tarde fresca, con intermitentes ráfagas de viento. Toros de San Martín, desiguales en presentación y descastados en general salvo el 3o. que tuvo más prestaciones




Morante de la Puebla (negro y oro): Pitos tras dos avisos y bronca tras tres avisos.
Juan Pablo Sánchez (canela y oro con remates negros): Oreja y palmas.
Diego Silveti (blanco y oro): Vuelta tras petición y palmas.

Incidencias: Destacó en varas Héctor Cobos, que picó bien al 5o., y en banderillas Gustavo Campos, que saludó.es (Zacatecas).



La primera Corrida de Calaveras concitó una magnífica entrada en la Monumental de Aguascalientes porque el cartel no tenía desperdició, compuesto por toreros de muy distinto estilo y personalidad. Sin embargo, el encierro de San Martín (todavía de los empadres hechos por Pepe Chafik), no se prestó al lucimiento –salvo el tercer ejemplar de la tarde- y la terna tuvo que apechugar para sacar adelante la tarde.

El menos afortunado Morante de la Puebla, que sorteó un lote infumable, compuesto por un primer toro acaballado, sin remate por detrás, que fue muy definido en malo desde el primer momento en que el torero de La Puebla del Río quiso estirarse a la verónica. Y visto lo visto, decidió abreviar con la muleta aunque no lo pudo hacer de la misma manera con la espada, ya que se dio a pinchar en repetidas ocasiones hasta que escuchó dos avisos.

Entonces me vino a la mente aquella añeja anécdota del genial Rafael Gómez “El Gallo”, que cierto día dio un mitin muy gordo y el telegrama que envió su mozo de espadas a un amigo para informarle del resultado de la corrida fue así de lacónico: "En el primero, dos avisos; en el segundo, después te cuento". Así son los artistas y por eso hay que saberlos esperar.

El cuarto, un toro con aspecto santacolomeño, tampoco sirvió y Morante volvió a escuchar otra vez las protestas de un público que venía a disfrutar de su arte. Hoy no pudo ser. Qué lástima, caray.

Así que los dos jóvenes del cartel sacaron la casta para contentar el ambiente en contra que había dejado el maestro a la muerte del cuarto toro.

Ya en el segundo de la tarde, Juan Pablo Sánchez había estado muy firme, con actitud y quietud, en una faena de menos a más en la que terminó sometiendo a un toro deslucido, que tuvo un poco más de movilidad y fijeza por el pitón derecho.

Por ahí le dio varios redondos con enjundia, dejando los pies fijos sobre la arena, llevando al toro con este temple de gran muletero que atesora, y luego de despenarlo de una estocada caída, que hizo rodar al toro casi de inmediato, le concedieron una oreja.

En el quinto parecía que la corrida se iba a ir para arriba porque el toro de San Martín embistió con alegría al caballo del picador Héctor Cobos, que colocó un puyazo con mucho arrojo. Y luego, el ejemplar se desfondó y comenzó a cortar el viaje por ambos pitones, lo que impidió a Juan Pablo emplearse más porque no había manera de hacerlo porque el de San Martín comenzó a defenderse mediado el trasteo y sacó genio.

Cabe señalar que brindó la muerte de este toro al matador Mario del Olmo, en esta nueva etapa profesional para ambos al haber formalizado su apoderamiento.

Una vez más, se fue derecho detrás de la espada y colocó una estocada arriba que hizo doblar con prontitud al toro y se retiró entre palmas.

Diego Silveti había toreado bien de capote al tercero, que fue el único ejemplar que ofreció mayores posibilidades de lucimiento. También le hizo un quite con lances a pies juntos que calaron en el tendido, antes de hacer una faena en la que tuvo que imponerse al viento que estaba soplando.

Con afán de agradar y su carisma habitual, Silveti le robó muletazos meritorios, dejándole la muleta en la cara y tratando de mantener el engaño planchado, cosa que no era fácil. Así le dio varios ayudados con autoridad, mismos que remató con buenos pases de pecho y diversos adornos como el pase del desdén, que es una suerte que siempre ha prodigado su famosa dinastía.

A la hora de matar colocó una estocada algo perpendicular, con cierta travesía hacia el costado contrario, motivo por el que el toro tardó en doblar y fue así como se esfumó la posibilidad de cortar un trofeo.

El sexto fue otro toro andarín, que gazapeó en el tercio de banderillas y llegó al a muleta con sosería y se aplomó demasiado pronto. A pesar de ello, Diego le dio algunos pases con buen aire pero sin que la faena terminara de romper. Las caras largas de los toreros y sus respectivas cuadrillas parecían agravarse conforme discurrí al lidia hasta que concluyó de un pinchazo y media estocada desprendida.

El público, que a estar alturas ya se encontraba distraído y decepcionado, salió de la plaza con prisa y ganas de olvidar pronto el desaguisado.

Ojalá que la próxima Corrida de Calaveras –con el cartel de hidrocálidos– renueve la ilusión de la afición hidrocálida, pues será la última corrida del año 2013 en esta tierra tan taurina.

altoromexico



 






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