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Triunfaron Matías Tejela, Iván Fandiño, Fuente Ymbro y Mont de Marsan
20 Julio 2012Mont de Marsan:(Francia). Tercera de Feria con tres cuartos de entrada, Toros de Fuente Ymbro, de extraordinaria presencia y juego. El tercero bis, de nombre “Cazador”, número 112, negro y nacido en diciembre de 2007, premiado con la vuelta al ruedo. El cuarto, de nombre “Jazmín”, número 193, negro mulato, nacido en septiembre de 2007, indultado. El quinto ovacionado en el arrastre.
Matías Tejela: Oreja y dos orejas y rabo simbólicos.
Iván Fandiño: Silencio y dos orejas.
David Mora: Oreja y ovación de despedida tras dos avisos.
Jazmín es serio, voluminoso, agresivo de cuerna. Se sintió poderoso en el peto, y allí que acudió tres veces. Todo empezaba a sonar a campanillas en Mont de Marsan. En banderillas el toro mostró su profundidad y su clase. Y en la muleta unió a esas cualidades: temple. Todo perfecto para que Matías Tejela solo tuviera que ponerla, y acoplarse. Así lo entendió el madrileño, que cuajó por los dos pitones al grandísimo toro de Fuente Ymbro. Ricardo Gallardo con cada natural, cada cual más macizo que el anterior. Y aquello empezó a segregar la palabra mágica: “indulto”. No dudó el presidente, y la vuelta al ruedo fue apoteósica con Gallardo, Tejela, y Héctor Vicente (picador) saludando al entregadísimo público francés. El toreo había surgido. El toreo había triunfado. Y Gallardo, consuma una reata la de Harinero, indultado en 2006 por Perera, como una de las sagas más importantes de su casa ganadera, pues este Jazmin, es hijo de aquél.
La historia de Fuente Ymbro con Mont de Marsan no empezó ahí. Arrancó con un sobrero anterior, para David Mora. Empujó en el peto. Toreó a la verónica templado, tras un arranque por alto, con mucha emoción. El toro con una tremenda movilidad, un vendaval de embestidas. Al que tras embarcarlo a base de gusto, remató de manera desprendida y se concedió una oreja, de un toro al que se le concedió la vuelta al ruedo. El sexto poco tuvo que ver. Acabó rajado y sin ganas de propiciar el último de los triunfos que quedaban por caer en la tarde landesa.
Después del prólogo, y sobre todo el cuerpo, vino un epilogo firmado por Faniño, ante un animal tardo, pero aun así enclasado. Se entregó Fandiño en cuerpo y alma para demostrar esa virtud, y vaya que si se lo enseñó al público, tanto que lo premió con la vuelta al ruedo. Todo ello forjado en una faena compacta, de mano diestra, y firmeza del de Orduña. Mató por arriba, y la rúbrica al festejo se culminó.