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Juan Bautista ganó en casa
04 Septiembre 2010Bayona (Francia). Casi lleno Se han lidiado toros de La Quinta, bien presentados y de diferente juego.
El Fundi, ovación en ambos;
El Juli, silencio y vuelta al ruedo;
Juan Bautista, oreja y oreja
Dos notables faenas del torero de Arles, a hombros en Lachepaillet. El Juli, en su son de siempre, no remata con la espada. Buena corrida de La Quinta.
Una corrida de santacolomas de La Quinta. Salió encastada. Un punto apagada. “Sosos”, dicen los toreros. Los tres toros mejores del envío embistieron despacito. Eran cinqueños dos de ellos: un tercero cárdeno lucero y calzón, astifino, vuelto de pitones, con el perfil apajarado clásico del toro de Buendía, y un quinto cabezón y rizado, muy de otro porte, corto de cuello y con culata generosa. Juan Bautista, muy firme toda la tarde, se acopló tranquilo con el uno; El Juli le dio fiesta buena al otro. Sólo que Juan Bautista tiró sin puntilla al tercero, y de estocada perfecta; y El Juli pinchó antes de precipitarse con una estocada trasera que precisó de dos golpes de verduguillo. Al recibir al quinto,
El Juli resbaló en la cara del toro y cayó de espaldas a su merced. José Manuel Zamorano, sustituto del herido Luis García, sacó desde la tronera el vuelo del capote que evitó la cornada. El Juli se levantó como si nada y en un santiamén estaba el toro lidiado y domado, de su mano, y picado por ese piquero tan certero y seguro que es Diego Ortiz. La faena de El Juli a ese quinto fue la de más ritmo de toda la tarde. En un momento dado se puso la gente de pie y bramando: porque Julián toreó muy despacito. Roto con la zurda, codilleando con la derecha, ligando en un palmo. Trabajo de gran resolución: se le hizo al toro cuanto procedía. Las pausas fueron un bálsamo para el toro, cuyas fuerzas midió El Juli en cada lance. Juan Bautista, encajado y seguro, se templó en muletazos ajustados y largos por las dos manos. Con buen compás. Y esa naturalidad tan suya. Proverbial: todo parece sencillo. Aunque no lo sea. La faena del sexto toro, que hizo cosas felinas pero también se fue desbaratado al suelo, fue más rotunda que la otra. Gran expresión en el toreo en redondo: calma, temple, buenas soluciones, recursos. Una estocada soltando el engaño, tres descabellos.
El Fundi gobernó bien al primero en trabajo muy voceado pero armado, de torero sensible. Suaves muletazos. Fijo el toro, y pronto, como toda la corrida, pero no humillaba. La estocada hasta el puño fue soberbia. Al cuarto, cara de trapecio, abierto de cuerna y de raro estilo –las manos por delante, listeza para revolverse y para “meterse por dentro”, como ahora se dice-, le dio El Fundi guerra y se la ganó: lo engañó en bucles de toreo andado propios del torero que conoce el encaste de Santa Coloma. Se pasó de tiempo la faena. Un pinchazo, una estocada a capón.
En el recibo del segundo, El Juli dejó sentir su clasicismo con el capote, su buen gusto y su repertorio: la sencillez del lance templado a toro crudo, media verónica espléndida. Y otras, a pesar de que el toro era pegajoso. Tras un notable puyazo de Salvador Núñez, El Juli quitó por chicuelinas garbosas que remató con revolera, recorte y larga cordobesa. Fue el quite de la tarde. La faena, el arte de torear perdiendo y ganando pasos, de variaciones en la distancia y medida y remate de tandas que fueron ganando en ajuste mientras el toro iba perdiendo gas y celo. Cuando el toro se puso andarín, El Juli hizo alarde de sus muchos recursos: el toreo por la cara y por delante. Pero a Julián se le atragantó la espada: seis pinchazos, tres descabellos.
Colpisa - Barquerito