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La terna a hombros en tarde interesante

La terna a hombros en tarde interesante

03 Junio 2010

Granada. 5ª Feria del Corpus. Casi lleno. Toros de Hermanos García Jiménez, y uno de Garcigrande (3º tetra), correctos de presentación pero desigual en el juego

El Juli, dos orejas y oreja.
El Fandi, dos orejas y oreja.
José María Manzanares, dos orejas y oreja



Habían pasado tres horas, pero el público seguía en los tendidos para aclamar la salida a hombros de Julián López 'El Juli', David Fandila 'El Fandi' y José María Manzanares. Habían pasado, sí, tres horas y muchas cosas, no todas necesariamente buenas y algunas escasamente razonables. Y es que la corrida del Día del Corpus, uno de los tres que lucen más que el sol, según el dicho popular, había sido para enmarcar, una de esas tardes que sirven para reivindicar el toreo y hacer afición. Tres figuras, nueve orejas en los esportones, seis estocadas monumentales, pasión desbordada en los tendidos y faenas para todos los gustos. El único lunar, la facilidad del palco para sacar el pañuelo verde, cosa que ocurrió en tres ocasiones y, lo que es peor, antes de que se llegara al descanso del festejo, con lo que ello suponía de riesgo para la segunda parte, sin toros referenciados en los corrales para asumir nuevas contingencias.

El primer toro devuelto se había inutilizado en el ruedo. El primer sobrero, inválido, no merecía estar en el ruedo y se hizo bien en sustituirlo, pero el segundo sobrero, acalambrado, debió mantenerse, entre otras razones porque, tras cumplir el trámite de varas, dejó de evidenciar merma alguna. Pero es que, además, reglamentariamente son dos los sobreros previstos y, dos, por tanto, los que se habían enchiquerado, ambos de Gavira. Salió finalmente un tercer sobrero con el hierro de Garcigrande que debía estar reseñado para otra corrida y se salvó la contingencia, pero ¿qué hubiera ocurrido si alguno de los toros titulares hubiera tenido que devolverse? Mejor no pensarlo.

La proliferación de pañuelos verdes quedó, por fortuna, en una anécdota más y sería una falta de respeto hacia los toreros abundar en este hecho, pero no estaría de más una profunda reflexión por parte de la autoridad competente -esa que tanto alardea en Granada de cumplir y hacer cumplir estrictamente el Reglamento- sobre lo que viene ocurriendo un día sí y otro también en el palco de nuestra Monumental de Frascuelo. Con tantos equipos presidenciales la unificación de criterios brilla por su ausencia y hay decisiones que no se comprenden.

Pero a lo que íbamos. Más importante que el palco, por supuesto, fue lo que ocurrió sobre el albero, donde se dieron cita tres figuras en ejercicio, con conceptos artísticos claramente diferenciados, pero los tres en plenitud. Lo de Julián López 'El Juli' fue una demostración portentosa de capacidad, de inteligencia, de técnica y también de torería. Lo de David Fandila 'El Fandi', otra exhibición de pundonor, entrega, raza y poderío. Y lo de José María Manzanares, suprema inspiración. Por eso se cortaron nueve orejas y por eso el público, como ya queda dicho, permaneció en sus asientos hasta que los tres espadas, todavía jóvenes, todavía con mucha carrera por delante, todavía en actitud de guerra, abandonaron el ruedo por la Puerta Grande. 
Cuando se llegó al bocadillo, Julián López 'El Juli' había cortado dos apéndices, los mismos trofeos que habían paseado 'El Fandi' y Manzanares. El madrileño, por una faena pletórica y maciza, perfectamente estructurada, mejor ejecutada y con pasajes de extraordinaria calidad, tanto con el capote como con la muleta. Las series con la derecha ejecutadas por 'El Juli' fueron sencillamente prodigiosas. Y el toreo al natural puro deleite, largo, hondo, purísimo. Hubo, además, algunos cambios de mano improvisados bellísimos y una estocada antológica. ¿Se puede pedir más? Buen toro el que abrió plaza y mejor torero para darle réplica.

El segundo toro de la ganadería titular de Hermanos García Jiménez también tuvo un buen fondo de clase y nobleza y, naturalmente, lo exprimió al máximo un David Fandila 'El Fandi' espoleado por el éxito de su compañero y dispuesto a todo, como siempre. Al saludo a la verónica rodillas en tierra, formidable, siguieron varias verónicas espléndidas de pie, apretadas chicuelinas y airosos remates. Un hervidero la plaza, todavía más entusiasmada cuando David tomó los palos para hacer una nueva demostración de poderío en un tercio que saldó con dos pares de poder a poder y un violín soberano. Y como la cosa íba para triunfo grande, brindis a sus compañeros de terna y faena de largo metraje, intensa y en la que lo mejor llegó con la mano izquierda. Sencillamente extraordinario el toreo al natural del granadino, de mano baja y trazo grueso. Un Fandi en su versión más pura que, además, despenó a su buen oponente de una formidable estocada, entrando a ley.

Llegó después el baile de sobreros, se apagaron los ánimos y la tarde parecía tomar derroteros que no hacían presagiar nada bueno, pero con el tercer sobrero, de Garcigrande, toro reservón y de poco recorrido en las embestidas, surgió un Manzanares rabioso, inspirado, arrebatado y dispuestísimo. Técnica y clase al servicio de un sentimiento muy especial. Se gustó el torero, transmitió el torero y se inundó el ruedo de aroma. Imponente el toreo en redondo, sensacionales e interminables los pases de pecho, geniales los adornos. El toro no quería nada por el pitón izquierdo, pero le bastó una mano a Manzanares, la derecha, para poner acentos mágicos a su trasteo, también refrendado con una magnífica estocada y un certero descabello. La tarde, ahora sí, caminaba por la senda del triunfo.

La segunda parte no bajó el tono. Julián López 'El Juli', con un oponente algo parado, pero noble, ofreció otro recital de sabiduría. Muy por encima el madrileño del toro. Porque si bellísimo por cadencioso y sentido fue el recibo capotero, igualmente extraordinario fue el trasteo muleta en mano, con series impecables, limpias y templadas, de redondos y naturales. Ligazón y vibración, toreo caro y profundo, plenitud. Enorme 'El Juli'. Y enorme también la estocada, antológica. Sumó una oreja más, pero la obra mereció el doble trofeo, pedido con fuerza por el público.

'El Fandi' no tuvo tanta suerte con su segundo toro. El animal había apuntado muy buenas cosas en el recibo con el capote y en el tercio de banderillas, pero nada más iniciar el granadino la faena de muleta el toro clavó un pitón en el ruedo, giró de mala manera y salió maltrecho del lance. Quiso 'El Fandi', pero podía más la ilusión del espada que la fuerza del burel. Con el toro a la defensiva, sin querer fiesta, bajó la intensidad. Otra sensacional estocada bastó para que el público premiara con otra oreja la admirable entrega del granadino.

Y el colofón lo puso Manzanares. Con clase pero justo de fuerza, como todo el encierro de García Jiménez, el sexto. Y con más clase todavía el alicantino, que volvió a torear de ensueño con la mano derecha en series intermitentes pero profundas, ebrias de hondura. De nuevo la inspiración y de nuevo el pellizco. Toreo carísimo el de este joven Manzanares, sobrado de clase, con ambición y, además, con una técnica prodigiosa

ideal.es
 



 






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