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Sanlúcar despide a Padilla, recupera el arte de Morante, y da la bienvenida a Octavio Chacón

Foto: Eva Morales

Sanlúcar despide a Padilla, recupera el arte de Morante, y da la bienvenida a Octavio Chacón

25 Agosto 2018

Sanlucar (Cádiz) Corrida de las Fiestas de Exaltación al Guadalquivir 2018. En tarde de calor y con un lleno (casi no hay billetes), se han lidiado toros de “El Torero”, bien presentados y encastados,

Juan José Padilla (Sangre de toro y oro): dos orejas y dos orejas y rabo;
Morante de la Puebla (Nazareno y oro con los pechos bordados): Pitos y dos orejas; y Octavio Chacón (Rosa y oro): dos orejas y oreja.
 



Los dos últimos toros se lidiaron con escasa luz eléctrica, cosa que debe tenerse en cuenta para próximos festejos. Al cuarto de la tarde de nombre “Ojeroso”, se le premió con la vuelta al ruedo

Juan José Padilla:
Hoy se ha despedido a lo grande el maestro jerezano de Sanlúcar, localidad que le ha adoptado como hijo, y de la plaza donde tantas gotas de sudor ha derramado en sus intensos entrenamientos dirigidos por el “hacedor de toreros” Diego Robles.
El torero, que fue recibido con una fuerte ovación al romperse el paseíllo, recibió de manos de Carmelo (empresario de la plaza) una placa conmemorativa de tan entrañable fecha. También el pintor italiano/portuense Franco Policastro, le obsequió con un retrato realizado por él.

A su primer toro lo recibió con una larga en el tercio para después lancearlo con verónicas. Tras el paso del burel por el caballo le realizó un quite por chicuelinas. Conectó en banderillas con el público. Con la muleta el diestro anduvo fácil y técnico, no aprovechando del todo las buenas embestidas del animal, que poco a poco se fue aburriendo de embestir. Tras una estocada paseó dos orejas dando parte de la vuelta al ruedo acompañado por el querido “Mangui” entre una atronadora ovación.

Al cuarto de la tarde lo lanceó a la verónica y le realizó un quite por faroles. En banderillas también gustó a los asistentes. La faena (la de la despedida de esta plaza), se la brindó a Diego Robles. El toro fue noble pero no “tonto” en sus embestidas. El “pirata”, le realizó un comienzo de faena poderosa con circulares de rodillas aprovechando la inercia con la que el animal embestía. Tras las primeras tandas, las más potables del toro, el astado sacó su raza y el matador tiró de pundonor y valor para lograr meterse al público en los bolsillos. Lo pasaportó de una estocada recibiendo. A pesar de que el burel tardó en doblar le cortó las dos orejas y el rabo (premio al paisanaje y al cariño que al diestro se le tiene en esta tierra).
Morante de la Puebla:
El “genio de la Puebla” ha convertido las “lanzas en cañas” hoy en el coso de El Pino.
Inédito quedó con el capote en el segundo de la tarde, lo que enfadó al público. Para colmo Octavio Chacón, a la salida del segundo puyazo (como es reglamentario), puso la plaza bocabajo en un quite por chicuelinas rematadas con una sensacional media. Os podéis imaginar los lectores la mirada intimidatoria que le “echó” Morante. Con la muleta no se acopló en ningún momento en una faena de “querer y no poder”. El mal uso de la espada molestó a los asistentes que pitaron la labor del torero.

En el quinto de la tarde surgió el milagro. El cigarrero, que no quiso ver al toro con el capote, ante la bronca del público, se vino arriba con la muleta y le realizó una faena llena de torería y de sabor añejo que comenzó a dos manos por alto. El astado era el ideal para su toreo, embestía al ralentí, a media altura y no molestaba en la salida de los muletazos. Consiguió una faena en la que parecía que toro y torero estaban bailando el tango “Y todo a media luz….”, debido a lo ya comentado del pésimo alumbrado de la plaza. El torero puso a Sanlúcar a sus pies y cambió los gritos de “sinvergüenza” por los de “torero, torero”. Estas cosas tan sólo las pueden hacer los agraciados con las bolitas, que según el maestro Rafael de Paula, de vez en cuando caen del Cielo. Dos orejas fueron a parar a sus manos tras una estocada.

Octavio Chacón:
El de Prado del Rey, que tomara la alternativa en El Puerto en el año 2004, ha necesitado de quince temporadas para pisar el ruedo de la plaza sanluqueña, y ha demostrado hoy que a pesar de entrar por la puerta de la sustitución, tiene ganas de volver con pleno derecho la temporada que viene. Ahora el sistema dictará sentencia, pero sin duda alguna el pradense está demostrando este año que tiene en sus manos la moneda para cambiar su estatus en el escalafón taurino y darle dolores de cabeza a los mandones del toreo (ya dije antes la mirada de Morante tras el quite).

Al tercero de la tarde, un burraco de preciosas “jechuras”, lo recibió con verónicas a pies juntos para luego abrir el compás, lanceándolo con gusto y rematando con una larga. Le propinó un ceñido quite por tafalleras y otro por verónicas rematadas con tres medias belmontinas en el mismo centro de la plaza. La faena de muleta, que fue brindada a Padilla, la inició por derechazos de rodillas en los medios. La realizó en dos partes, la primera con arte y temple, metiendo los riñones en los muletazos y con la barbilla clavada en el pecho, demostrando que su toreo aún no está “contaminado”. En la segunda parte de la misma tiró de “bragueta” acortando las distancias, pero siempre “vendiendo torería”. Tras un pinchazo hondo que se convirtió en más de media, ya que el animal se fue “tragando la espada”, cortó dos orejas.

El último de la tarde fue el ejemplar más cuajado del encierro y a la par el de menos clase en sus embestidas. Con el capote el diestro tiró de oficio campero y se lo sacó a los medios con poderío. Con la muleta estuvo muy por encima del astado criado en “Las Salinas de Hortales”, ya que éste careció de entrega y clase en las embestidas. Tras una estocada consiguió cortarle una oreja.

Luis Ángel Iñigo.

  Galería de imágnes de Eva Morales



 






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