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Los toreros tiran de gallardía para meterse en el barro y ofrecer gran tarde
21 Agosto 2018Cuenca. Cuatro toros de Montalvo y dos "remiendos" -cuarto y quinto- de Román Sorando, aceptablemente presentados, nobles pero bajitos de raza y muy venidos a menos en el último tercio, a excepción del quinto, un gran toro.
David Fandila "El Fandi", de grana y oro: estocada al encuentro (oreja); y estocada (oreja con petición de la segunda).
José Garrido, de azul noche y oro: estocada ligeramente desprendida (oreja tras aviso); y estocada desprendida (dos orejas).
Álvaro Lorenzo, de burdeos y oro: estocada tendida y trasera, y descabello (oreja tras aviso); y estocada baja (oreja tras aviso).
Incidencias: Feria de San Julián. La corrida empezó con 55 minutos de retraso debido a la fuerte tormenta que cayó antes del festejo. La plaza de Cuenca registró algo más de media entrada.
Los diestros David Fandila "El Fandi", José Garrido y Álvaro Lorenzo salieron hoy triunfadores en Cuenca después de tirar de gallardía y, obviando las inclemencias meteorológicas, meterse en el barro y salvar así la tarde.
Y es que la función estuvo en el alambre durante 55 minutos exactos por culpa de una fuerte tormenta que convirtió el ruedo en una auténtica piscina de agua y barro.
Se mascaba la suspensión. Hubiera sido lo más lógico sobre todo porque la lluvia no cesaba. Pero no. Los toreros decidieron tirar para adelante, el empresario se bajó al barro para ayudar a los operarios en las labores de acondicionamiento, y a las 19.25 horas arrancaba el paseíllo.
La decisión levantó polémica. Por un lado estaban las peñas que querían toros a toda costa, pero el grueso del aficionado se mostró muy en contra, fundamentalmente porque una vez que saltara el primer toro ya no se podían devolver las entradas en caso de tener que suspenderse el festejo una vez arrancado.
El caso es que el enfado de los tendidos fue tremendo, pero ya se ocupó El Fandi de tornar las cañas en lanzas con el vibrante tercio de capote que firmó a su primero: larga cambiada, verónica, galleo por chicuelinas y quite posterior de igual guisa.
Pero no acababa de cesar la música de viento, más todavía cuando comprobaron que el de Montalvo ya amagaba con rajarse en banderillas, tercio que cumplió el granadino con más voluntad que acierto. La falta de estabilidad y la poca ayuda del animal fueron los culpables.
Pero si algo tiene este torero es que jamás tira la toalla, y así se lo sacó a los medios para diseñar una faena animosa a un toro muy soso, con el freno echado, sin decir nada hasta que, al final, buscó otra vez el abrigo de las tablas. El Fandi tiró entonces de "efectos especiales" para, tras una estocada, lograr la primera oreja.
Por navarras brilló otra vez El Fandi con el percal frente al cuarto, al que banderilleó esta vez con más rotundidad. A sus compañeros brindó el granadino, quizás valorándoles las agallas de no renunciar a la tarde. Luego, la faena fue marca de la casa, es decir, muy dispuesta, variada y comunicativa con los tendidos ante un toro sin raza y de poca entrega. Otra oreja para él.
Garrido estuvo muy entregado en su primero, toro noblote, pero sin acabar de descolgar y sin finales en sus cortas acometidas. El extremeño, que había brillado con un vistoso quite por caleserinas y faroles, estuvo por encima de las circunstancias, logrando muletazos de buena firma antes de meterse entre los pitones con el animal ya muy venido a menos. Oreja al canto.
Precioso fue el toreo a la verónica y por delantales de Garrido en el quinto, el mejor toro de la corrida al que el extremeño firmó también la faena de más entidad y más maciza de la tarde, merced a un toreo fundamental encajado, hondo, reunido y poderoso, brillando sobremanera al natural.
Cumbre también en los alardes finales, como los molinetes de rodillas o las manoletinas finales. La plaza, un manicomio, tanto que algunos hasta pidieron el indulto del toro, al que cortó las dos orejas.
Lorenzo sacó a relucir su versión más templada y poderosa para hacer empujar hacia adelante a un primero de su lote muy quedado y a la defensiva. El toledano anduvo seguro y bien plantado con él, y muy técnico, pues supo aplicar la lidia precisa para sacar provecho de tan desabrido animal, que acabó totalmente desfondado. Oreja.
Al sexto lo volvió a torear a cámara lenta Lorenzo, y con mucho sentimiento, especialmente sobre la zurda, por donde brotaron muletazos extraordinarios. También por el derecho ligó muletazos de mano muy baja Lorenzo, muy cadenciosos y sin alharacas. Logró otra oreja y se ratificó la triple Puerta Grande. EFE