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El Cid, Luque y Fortes, a hombros en Socuéllamos (Ciudad Real)
11 Agosto 2017Socuellamos (Ciudad Real) Se lidiaron seis toros de "Toros del Ojailén", desiguales de presentación y juego. De gran clase segundo y cuarto. Manejables segundo y tercero. Más deslucidos quinto y sexto. La plaza registró algo menos de media entrada en los tendidos.
Manuel Jesús "El Cid", oreja y dos orejas tras aviso.
Daniel Luque, dos orejas y silencio.
Fortes, dos orejas y oreja.
Incidencias: Vicente Ruiz "Soro" recibió una placa de reconocimiento por parte de la Asociación Cultural Taurina de Socuéllamos.
Los diestros Manuel Jesús "El Cid", Daniel Luque y Fortes salieron hoy a hombros en la localidad ciudadrealeña de Socuéllamos tras repartirse un total de ocho orejas.
A MATAR O MORIR
Ordóñez decía que cada temporada había cuatro o cinco tardes -más o menos- en las que un torero debía salir a la plaza a matar o a morir. Fortes parece tener el rango bastante más extenso pues, según lo visto en su trayectoria -y hoy en Socuéllamos, un pueblo- cada tarde expone al máximo.
A escasos días de su encerrona en Málaga inició faena a su primero de rodillas, toreándolo en redondo con ajuste y largura. El toro, el más chico del nobilísimo encierro de Toros del Ojailén, tuvo son pero escasa duración, por lo que el tramo final del trasteo fue un arrimón feroz. Disposición y toreo.
No pudo redondear frente al bronco y muy astifino sexto, con el que se puso con la misma verdad aunque sin eco. Lo despachó a la primera de una gran estocada.
El Cid se las vio con un primero bis que tuvo tanta calidad como fuerzas medidas. Bien con el capote, tuvo mérito la faena de muleta pues el toro se mantuvo, a media altura, permitiendo un toreo aseado. Mató al segundo viaje.
Pero donde pudo disfrutar en plenitud fue con el magnífico cuarto, un toro que por el pitón izquierdo se iba tras los vuelos hasta el final. El de Ojailén respondía mejor cuanto más se le apretaba por abajo hasta el final, llegando a producirse una tímida petición de indulto, que a la postre no llegó, incomprensiblemente, ni a vuelta al ruedo póstuma, aunque el ganadero Enrique Gallego diera la vuelta al ruedo con el torero sevillano.
Daniel Luque demostró tener un oficio y una confianza apabullante. Tanto que la extrapola frente a sus enemigos. Su primero tuvo una gran clase, lo que le permitió torearlo a gran nivel tanto con capote -en el recibo a la verónica como en un quite por el mismo palo-, como por momentos con la muleta, yéndose tras la embestida con plasticidad.
Decidió adueñarse por completo de los terrenos propios y ajenos a continuación, apagando el ya mermado ímpetu de su oponente al final del trasteo. Incluso llegó a morder el pitón derecho del toro en uno de sus desplantes.
El quinto, segundo del lote del torero de Gerena, no tuvo poder y se defendió feamente. Y feamente acabó también con él de pinchazo y bajonazo. EFE