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Mérida (Ven) Enrique Ponce: Un torero de época

Enrique Ponce

Mérida (Ven) Enrique Ponce: Un torero de época

06 Febrero 2016

Mérida (Venezuela) Viernes 5 de febrero. Primera corrida de feria. Tres cuartos de entrada en tarde fría. Dos toros de Rancho Grande ( tercero y sexto), dos de El Prado ( cuarto y quinto) y dos de La Consolación ( primero y segundo). Desiguales de presentación. Nobles, sosos y flojos primero y tercero. Mansurrón el segundo y manso perdido el sexto. Encastado, noble y con clase el cuarto “Baltazar”, número 48, negro, premiado con la vuelta al ruedo. Bravo, noble y suave el quinto, “ Kike”, un muy buen toro.

Enrique Ponce, de tabaco negro y oro: Oreja y dos orejas.
Rafael Orellana, de nazareno y oro: Silencio y Vuelta.
Juan Pablo Sánchez, de grana y azabache: Oreja y silencio.

Destacaron en la brega Gerson Guerrero, y en banderillas Mauro David Pereira y Salvador Moreno. grande.
 



Torear, esa palabra tan usada por todos, unas veces de forma acertada y otras no, adquiere aires de grandeza cuando un torero como Enrique Ponce, desgrana una actuación que roza en la perfección, por los muchos matices que encierra. Sencillamente cuando Enrique Ponce ejerce su magisterio, nos damos cuenta que seguimos aprendiendo y que con él, todo es posible, sencillamente es un torero de época.
Tres orejas paseó el valenciano, una del primero, un toro noblón, que se pegó una voltereta de salida, que le mermó fuerzas. El diestro le alivió por alto en suaves muletazos, para llevarle luego en línea con ambas manos, en pases suaves y cadenciosos, para afianzar al astado. Una vez conseguido el objetivo, Ponce le toreó con clase y gusto. Pero lo del cuarto toro, es otra dimensión, es ver como un torero saca partido a un toro que de salida no prometía nada, por el que nadie en su sano juicio apostaría.

Buenos lances rodilla en tierra del diestro, que se gustó luego en suaves verónicas, ante un toro, “Baltazar”, noble pero muy flojo, que perdía las manos, al que pasaron un poco en varas. Pero algo había visto en el toro Ponce, que pidió paciencia, buscó terrenos y alturas, para embarcar y llevar al noble astado, que cosas del temple, recuperó brío. Relajado y con gusto, el maestro le toreó con clase, en largos muletazos con ambas manos, llevando muy cosido en el engaño al toro. Adornó el trasteo con molinetes muy clásicos, las ya célebres poncinas, que le salieron bordadas y hasta con pases rodilla en tierra, como si fuese un novillero en busca de contratos. Tras petición de indulto, cobró una estocada trasera. Dos orejas indiscutibles y vuelta al ruedo para el toro, que de haber tenido más fuerza hubiese sido completo.

Rafael Orellana ha lidiado con decoro a su primero, ejemplar suelto y mansurrón, con el que el torero de Tovar se mostró empeñoso, pero sin poder sacar nada en claro, partiendo de la base que era casi imposible, por lo negado del toro, que más que embestir pegaba oleadas. Se lo quitó de encima con un bajonazo. Con el encastado y noble quinto, Orellana cuajó una buena faena, brindada a Ponce. Se nota el oficio que ha adquirido el diestro tovareño que le toreó con mucho temple, suavidad y técnica, sin agobiarle, para sacar todo lo bueno del toro. Varias series de muletazos fueron de categoría, por lo bien que le toreó Orellana, que tras una voltereta, perdió el alto nivel alcanzado antes. Ese bajón en el trasteo más un pinchazo y estocada baja, enfriaron al público.

El mexicano Juan Pablo Sánchez salió dispuesto a reeditar su gran triunfo del año pasado, pero bailó con la más fea. Su primero, noblón y soso, no transmitía nada. Muy puesto y firme, el azteca le buscó las vueltas, toreándole con un sedoso temple, dejando ver en algunos pases su fino trazo. Buscó el triunfo con desplantes y un arrimón muy serio. Un pinchazo y una soberbia estocada volcándose que fulminó al toro, le dieron una oreja. El sexto fue un toro manso, que dio vueltas por toda la plaza desde que salió hasta que murió. Andarín, gazapón, se movió más inquieto que un niño en misa. Juan Pablo Sánchez, su cuadrilla y todos los toreros que estaban en el ruedo no pudieron pararle los pies en varas, y con la muleta, el mexicano se limitó a doblarse con poder y torería. Persiguiéndole por toda la plaza, en medio de su evidente desconcierto, el diestro lo lidió y le cazó con una estocada al encuentro

Víctor Ramírez “Vitico”
venezuelataurina.com



 






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