Plaza de Cañaveralejo (Cali-Colombia). 25 Dcbre. Con más de tres cuartos se lidiaro novillos de Puerta de Hierro, desiguales de juego y presentación.

Juan Camilo Alzate, silencio y silencio.
Gerardo Adame, una oreja y silencio tras tres avisos.
Christian Escribano, silencio y dos orejas con salida a hombros.
 

Cali 25 de diciembre de 2010. Novillada nocturna con picadores. Más de tres cuartos de plaza. Novillos de Puerta de Hierro, correctamente presentados, desiguales de juego, bueno el primero, con nobleza y muy potable, premiado con la vuelta al ruedo, manejable el sexto que fue aplaudido en el arrastre, muy manso el quinto y a menos los restantes que fueron pitados.

Juan Camilo Alzate. Silencio y silencio
Gerardo Adame. Una oreja y silencio tras tres avisos
Cristian Escribano. Silencio y dos orejas. Salió a hombros.

Incidencias: Una vara muy bien señalada aunque muy corta de Clovis Velázquez al sexto; buen par de Raúl Morales al cuarto.

En algunos toros (2º y 3º) se cambió el tercio con solo tres banderillas y en el 6º con dos palos y una pasada en falso.

La oreja del segundo novillo fue muy protestada porque nadie la pidió, por ello el novillero mexicano la regresó y dio la vuelta al ruedo sin trofeo.


Con la novillada nocturna dio inicio Cañaveralejo al ciclo taurino en Cali y en general a la temporada grande en Colombia. Con una buena entrada y ante un encierro correcto de presentación y de juego desigual de Puerta de Hierro, el español Cristian Escribano cortó las dos orejas del sexto y se marchó en hombros por la puerta grande
Escribano salió decidido a no dejar escapar el triunfo con el ultimo novillo que le quedaba en esta plaza, se gustó a la verónica, cuidó mucho al animal en varas ordenando que le pegaran nada mas un picotazo y contó con la ayuda del palco que ordenó el cambio de tercio con solo un par de banderillas y una pasada en falso; comenzó de rodillas dando muletazos por el pitón derecho pero luego se asentó y, sobre todo, destacó un buen toreo al natural, bien colocado, tirando del toro, enganchando adelante y llevando la embestida larga y templada mientras el novillo lo permitió, puesto que después de la segunda serie comenzó a quedarse corto; entonces buscó el arrimón y se atacó de toro resultando atropellado por el animal, aunque sin consecuencias que lamentar, se tiró a matar y dejó una estocada entera que requirió un golpe de descabello y a sus manos fueron a parar las dos orejas. Con el tercero había estado firme y solvente ante las bravuconerías de un novillo que peleó bien y metió riñones en el caballo, pero que rápidamente se vino abajo, se aculó en tablas y se defendió todo el tiempo. Falló repetidamente con la espada y fue silenciado.

El mexicano Gerardo Adame mostró valor y esbozó buenas maneras con el segundo de la noche, un novillo parado al que consiguió sacar provecho en algunos muletazos por ambos pitones que resultaron meritorios por los parones que hubo de aguantar, aun así la faena nunca tomó vuelo.

Dejó una buena estocada y, sorprendentemente, sin que nadie lo solicitara, la presidencia concedió una oreja que debieron traer desde el desolladero porque el animal ya había sido arrastrado. Tuvo dignidad el torero y rápidamente devolvió el trofeo, dio la vuelta al ruedo. El quinto salió frenándose y haciendo extraños en el capote, se escupió las tres veces que lo intentaron picar y, tras sentir los arpones del primer par de banderillas, dio, al menos, dos vueltas al ruedo huyendo de todo; lógicamente el azteca no tuvo ninguna posibilidad con este regalito, pero tampoco tuvo la capacidad para quitárselo de encima. Sólo cuando ya estaba a punto de sonar el tercer aviso dejó una estocada que acabó con el novillo, que dobló después de haber caído el tercer recado presidencial.

El primer novillo del festejo fue un animal algo basto pero noble y potable que repitió por ambos pitones y al que Juan Camilo Alzate, sólo en algunos momentos, consiguió templar y mandar en sus embestidas. Únicamente destacó en algunos naturales antes de dejar una estocada entera y fue silenciado luego de que al animal le dieran la vuelta al ruedo. Su segundo no tenia, ni mucho menos, la misma condición y por ello, a pesar del esfuerzo, no consiguió el acople necesario para entusiasmar al respetable.
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